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Pedro Sánchez teje una telaraña para atrapar a todos sus socios

Con la estrategia de pactos tejida, todos tienen que perder en caso de ruptura con el PSOE y, tal como cree Pedro Sánchez, todos tendrán en mente el célebre “no nos vamos a hacer daño".

De fondo, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno

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Con el nuevo año, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha empezado a operar para hacer efectivos sus propósitos de enmienda en este 2024: convertir las hipotecas contraídas con sus socios parlamentarios, en especial con Junts y el PNV, en garantías para sobrellevar la legislatura. Y, según fuentes socialistas, su jefe de filas no se plantea una legislatura breve, como todo podría indicar, sino larga, a ser posible, que complete los cuatro años de mandato.

Para ello, sus peones, serán tanto los socialistas catalanes, como los vascos, así como las instituciones y el poder territorial que está dispuesto a compartir en determinadas instituciones catalanas, como a otorgar, en el caso de Euskadi. Y los trabajos ya están en marcha. Si bien empezaron a finales de 2023, tras su investidura, Sánchez ha dado orden de pisar el acelerador pasadas las fiestas navideñas.

Las negociaciones con Junts

En esta línea van las negociaciones con Junts, para que los independentistas catalanes se conviertan en socios de gobierno en el Ayuntamiento de Barcelona. El asunto tiene mucho guasa, porque, teniendo en cuenta que el actual alcalde, Jaume Collboni, logró la alcaldía gracias a los votos del PP catalán y de su representante en el consistorio, Daniel Sirera, con el argumento de que había que impedir a toda costa que los independentistas se hicieran con la vara de mando en Barcelona, el PSC habrá tardado poco más de medio año en servir en bandeja a Junts cargos de Gobierno en el consistorio.

Últimamente, parece que a Sirera le hubieran echado un eficaz “mal de ojo”, de modo que aquella jugada de supuesta “coherencia institucional” se le haya vuelto en contra y, desde su propio partido, el PP, anden comparando la jugada de Sirera con “la cagada de la Tomasa”, según ciertas voces más socarronas que críticas y que, por supuesto, eximen a Alberto Núñez Feijóo de responsabilidad alguna, del mismo modo que defienden que el líder del PP nunca supo de aquellos cafelitos que Sirera se tomaba con los de Junts en privado, para explorar posibles acuerdos de investidura de Feijóo. En público, en cambio, ponía a Dios por testigo de su cruzada para evitar la presencia de los de Carles Puigdemont en las instituciones catalanas.

Los pactos que diseña Sánchez

Volviendo a los planes de Sánchez, el líder del PSOE diseña un escenario de pactos en los que el PSC volverá a recuperar la sociovergencia, al menos en el Ayuntamiento de Barcelona. Después, en 2025, los resultados de las elecciones catalanas dirán y mostrarán el camino a seguir a Sánchez, que podría plantearse un gobierno tripartito de izquierdas o incluso un gobierno de casi concentración, con ERC y Junts.

La cuestión es garantizarse el quid pro quo con algunos de sus socios principales. Los otros son los vascos, PNV y Bildu. Y a ellos ha dedicado también su tiempo para tratar de cerrar el círculo de estabilidad de una legislatura que tenía que ser tormentosa e inestable por antonomasia. Para garantizarse el apoyo de los votos del PNV en el Congreso, prometen los socialistas apoyar la investidura de un lehendakari de los jeltzales, en abierta pugna electoral con Bildu, pero para taponar este flanco, los socialistas han ofrecido a los abertzales los votos que les han permitido la reconquista del Ayuntamiento de Pamplona y, probablemente, la de algunas otras localidades de la Comunidad Foral de Navarra que están por venir.

Todos tienen que perder en caso de romper con el PSOE

De este modo, Sánchez ha diseñado una estrategia de alianzas con todos sus socios, de cambio de cromos institucionales, que permita, en caso de cabreo o enfrentamiento de unos u otros, tentarse la ropa antes de emprender alguna acción contra el Gobierno o escuchar los “cantos de sirena del PP”, en el caso de Junts y PNV.

Con la estrategia de pactos tejida, todos tienen que perder en caso de ruptura con los socialistas y, tal como cree el presidente del Gobierno, todos tendrán en mente el célebre “no nos vamos a hacer daño”, antes de dejar a Sánchez compuesto y sin socios.