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Puigdemont demuestra quién manda aquí y Sánchez que no tiene límites

Si el Gobierno quiere aprobar cualquier cosa va a tener que sufrir cada votación y empeñar hasta la camisa. El problema es que todo es a costa de España

Pedro Sánchez ríe con María Jesús Montero

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Pedro Sánchez salió aparentemente victorioso del Congreso. Dos de sus tres decretos salvados por Junts en el último suspiro de la prórroga. Sin embargo, el auténtico ganador de la jornada fue, una vez más, Carles Puigdemont, que empieza a convertir en rutina eso de humillar y someter al líder del PSOE.

Este miércoles, además, le enseñó quién manda en esta legislatura. Si el Gobierno quiere aprobar cualquier cosa va a tener que sufrir cada votación y empeñar hasta la camisa. El problema es que todo es a costa de España, de los españoles y de su Constitución.

Las cesiones en esta ocasión son inasumibles, como lo fue la ley de amnistía. Inasumibles y probablemente también inconstitucionales. El Gobierno no puede ceder la competencia de inmigración a Cataluña. Por mucho que lo firme, no puede hacerlo. El artículo 149 de la Constitución establece las competencias exclusivas del Estado, entre ellas precisamente esa, la inmigración.

No parece que pueda tener viabilidad legal otra de las cesiones de Sánchez a Puigdemont, la supresión del artículo 43 Bis de la Ley de Enjuiciamiento Civil que incorpora uno de los decretos y que establece que las cuestiones prejudiciales que presente un juez ante el TJUE paralizan la aplicación de la norma recurrida.

Junts lo ve como una amenaza a la aplicación de la ley de amnistía, pero según explicó el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, se trata de "un compromiso adquirido por España (ante la Comisión Europea) para desembolsar 10.000 millones de euros”. Si hacemos caso al ministro, esos fondos europeos están claramente en peligro.

Da la impresión de que Sánchez ha firmado lo que le han puesto delante, a la desesperada, aún sabiendo que es imposible cumplirlo o tratando de engañar a Junts. Habrá que ver si Puigdemont se ha dejado engañar a sabiendas para alargar la legislatura o si espera que el Gobierno cumpla lo firmado. En ese segundo supuesto, la lógica dice que la aprobación de estos decretos le acabará estallando en la cara al Ejecutivo. El tiempo dirá.