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Eugenio Narbaiza

El teatro de los Decretos de Sánchez: tres actos en los que hubo de todo

Lo que se vivió este jueves en el Senado fue una obra de teatro de las malas con varios protagonistas de renombre y divida en una serie de actos que fueron desde la comedia (mala) al drama.

La bancada socialista aplaude a su líder Pedro Sánchez en el Senado.

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Que la vida es puro teatro, además de ser un dicho popular, a veces se convierte en una evidencia de la realidad. Este teatro suele ser en ocasiones drama, comedia o sainete, según se miren los actos de la obra a interpretar, teniendo más o menos aceptación según la calidad de los intérpretes que la materializan. Este miércoles los españoles vivimos una obra de teatro de las malas, en un escenario fuera de lo común como es el Senado, en donde quienes contemplaron “el pleno de los tres decretos” salieron decepcionados al ver como se les tomaba el pelo, se aprobaban cosas de dudosa legalidad y donde quedaba patente que sólo interesa el “poder por el poder” a costa de lo que sea.

Resultó una comedia comprobar como desde el gobierno se vendían los decretos como algo imprescindible, necesario e imperioso en la vida de los ciudadanos, cuando la realidad nos dice que lo presentado solo servía para prorrogar medidas que ya venían de la anterior legislatura. Todo ello y que además alguna de ellas era decisiva para seguir cobrando la parte correspondiente de los Fondos Europeos, unos diez mil millones de euros que luego no se sabrán ejecutar o hacer que lleguen a la economía.

El drama, como segundo acto de esa mala sesión de teatro que nos ofrecieron desde el gobierno y sus socios, se materializó inicialmente con la derrota infringida por parte de sus socios de gobierno a la vicepresidenta Yolanda Díaz. Estos, aún yendo en su lista electoral, votaron en contra de sus propuestas y se tomaron la venganza por sus maniobras para impedir que Podemos tuviera una cartera en el gobierno de Pedro Sánchez.

La segunda parte de este drama se visualizó cuando el "socio mayor de Sánchez" primero no votó alguno de los decretos pero demostró ante la sociedad española hasta qué punto mandan y deciden desde el partido de un fugado de la justicia, humillando y despreciando el concepto de igualdad entre españoles. Porque a ellos sólo les importa Cataluña.

El sainete estuvo protagonizado por el comportamiento del gobierno durante toda la sesión plenaria, dando a entender su fortaleza y su buen hacer, cuando en realidad estuvo a punto de protagonizar el mayor ridículo legislativo de la democracia española al haber estado a punto de perder sus tres ejes de ejecución de gobierno previos a la aprobación de los PGE.

Mientras que esto sucedía, los españoles sentados ante la platea de las 625 líneas, no sólo se han quedado perplejos por lo visto, sino que temen lo que pueda venir. Saben que tenemos un presidente del Gobierno siervo de Puigdemont que no dudará en regalarle el Bernabéu si lo pide. Un PSOE que ni siente ni padece respecto a lo que está pasando porque “el que se mueve no sale en la foto”.

Mientras tanto, las manifestaciones -como la que tendrá lugar el próximo 28 de enero convocada por el líder de la oposición Alberto Núñez Feijóo- miran hacia las togas y Europa para ver si son capaces de parar este sin sentido que en cualquier sociedad civilizada provocaría unas elecciones generales inmediatas dado el fracaso de la gestión del gobierno, el chantaje de sus socios y el clamor de la calle respecto al deterioro de los pilares democráticos que se resquebrajan en favor de una autarquía con el visto bueno de Waterloo.

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