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Ely del Valle

El felpudo y la meada

Ahora ya sabemos por Turull que a Junts le basta con quedarse tranquilamente en casa a esperar a que el  “Sánchez Team” venga a darle un masaje en los pies

El felpudo y la meada

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"Junts iba a votar en contra pero el PSOE fue cediendo y cediendo... y en el último segundo llegamos a un acuerdo”. La frase, intencionadamente demoledora y humillante, es de Jordi Turull, secretario general del partido de Puigdemon, y se puede interpretar como “Nos importa un bledo España, su Gobierno y Pedro Sánchez, pero si este se empeña en darnos todo lo que pedimos y, además, dos huevos duros, tampoco nos cuesta tanto hacerle un favorcillo”.

El presidente no ha empezado muy airoso la legislatura. No creo que en su hoja de ruta estuviera el asumir el papel de limpiabotas de unos cuantos partidos minoritarios que deben su poder a la cobardía de todos los gobiernos que hemos tenido en democracia y que no han querido, ninguno, meterle mano a una ley electoral que nació con la efímera vocación de convertir las primeras elecciones en un proceso apaciguador, dando paso, una vez que la democracia estuviera consolidada, a otro sistema más equitativo.

Ahora ya sabemos por Turull que a Junts le basta con quedarse tranquilamente en casa a esperar a que el  “Sánchez Team” venga a darle un masaje en los pies

Hace años, Joaquín Leguina dijo refiriéndose a un político que se presentaba a las elecciones madrileñas, que cuando uno acepta convertirse en un felpudo debe asumir el riesgo de que llegue un perro y le mee encima, con el agravante de que al olor de la meada el resto de la fauna de la zona seguirá su ejemplo, así que ahora que ya sabemos por Turull que Junts ni siquiera tiene que exigir porque le basta con quedarse tranquilamente en casa a esperar a que el “Sánchez Team” venga a darle un masaje en los pies, es de suponer que el resto de sus “socios” estará a estas horas redactando una extensa lista de peticiones entre las que, yo les sugeriría que incluyan algunas que afecten directamente al presidente. Por ejemplo, ERC podría exigirle a Pedro que coma butifarra una vez a la semana, el BNG que haga el camino de Santiago a gatas, el PNV que baile una espatadantza cada vez que sus diputados entran en el Congreso, y Bildu que comparezca en las ruedas de prensa con chapela.

Ya puestos, el desastre sería el mismo, pero por lo menos los damnificados por la absoluta falta de principios de un señor que, visto lo visto, no solo no le pone pegas a convertir España en el campo de golf de un Napoleón de marca blanca, sino que además se presta voluntario a llevarle los palos, tendríamos espectáculo.

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