"Si no hay Amnistía, que vote su tía"
Pedro Sánchez sigue erigiéndose como 'El Salvador del Mundo' para justificar unos pactos que continúan degradando la ley, la justicia y la Constitución solo por su beneficio personal.
“Si no hay Amnistía, que vote su tía”. Esta frase la vi por primera vez en la época del ministro Juan José Rosón en épocas iniciales de la democracia y estaba pintada en las paredes de una fábrica de la Margen Izquierda de Bilbao junto al Puente Colgante -“el puente más elegante de todo Bilbao”- en momentos de gran convulsión política e industrial en España. Ahora vuelve a estar de actualidad gracias al deprimente espectáculo que el gobierno que preside Pedro Sánchez nos ofrece a los españoles en su gestión de gobierno dependiente del prófugo de la justicia Carles Puigdemont.
A Pedro Sánchez -nuestro presidente del gobierno- cuya obligación es velar y defender los intereses de los españoles, le importa muy poco que para mantenerse en el poder los elementos básicos del sostenimiento de una democracia se rompan por su dependencia de quienes cometieron un delito de sedición, de malversación de fondos públicos y que fueron condenados por la justicia.
Tampoco le interesa que esa amnistía intente ampliarse a personajes como Pujol, Arturo Más o Marta Borrás, todos ellos inmersos en causas judiciales y algunos condenados. El caso es seguir adelante con la degradación de la ley, de la justicia y de la Constitución, porque él es el “Salvador del mundo”, es el líder que deja en ridículo a la Nación que preside en lugares importantes como el Foro Davos en dónde, además de proclamarse como algo parecido a un “perdonavidas” de las empresas, se permite el lujo de mezclar al Estado, a la sociedad civil y a la democracia, como beneficiarios de su gestión. Lo cierto es que no puede ni competir con un recién llegado a la gestión política como Javier Milei, cuyo discurso de “ultraderechista” tuvo nada más y nada menos que 160 mil visualizaciones por streaming, por apenas 4500 del Presidente del Gobierno de España.
En estos días que algunos españoles estamos muy sensibles porque se acercan fechas de recordatorio como el asesinato de Gregorio Ordóñez el próximo día 23, cumpliéndose 29 años de esa vil ejecución por parte de la banda terrorista ETA, no podemos olvidarnos de que fue asesinado por defender la libertad, la democracia y por hablar claro en el ejercicio de la política. También porque todavía existen 377 casos de asesinatos sin resolver de víctimas, sin que el gobierno les de una solución jurídica.
Ante estas cosas, ¿se puede hablar de amnistía por el mantenimiento de una persona en el poder? Es indignante, es humillante, es indecente que alguien que se arroga el liderazgo de una Nación, en una democracia occidental, obviando informes de letrados del Congreso, negando la vergüenza y el dolor que genera en parte de la sociedad española, haga de su capa un sayo, se burle de quienes le han votado y no le han votado y siga adelante con sus capacidades autocráticas para que nadie le cambie el colchón de Moncloa.
Me pregunto de qué sirve hablar, opinar, quejarse, protestar, manifestarse ante estas desvergüenzas y felonías si quién debería protegernos a los españoles y a la Constitución pasa de largo y ni hace ni quiere proteger a los que debe. Tampoco hay demasiada esperanza en Bruselas, que dice estar atento, pero que calla y permite lo que está sucediendo en España.