Las palabras son enanos... los ejemplos son gigantes
Muchos de los dirigentes políticos hacen justamente lo contrario de lo que predican y esa contradicción genera en nosotros un intenso malestar emocional
Cuando se habla de educación en valores o educación vital, en lo que quizá todos los profesionales y expertos en la materia están de acuerdo es que los ejemplos son más importantes que las retóricas, los discursos y las soflamas. Es decir, “Haz lo que yo te diga, porque yo lo hago”.
No obstante, es obvio que esta noción tan sencilla para conseguir metas y objetivos parece estar en el momento actual puesta en cuestión. Hoy, muchos de los dirigentes políticos hacen justamente lo contrario de lo que predican y esa contradicción genera en nosotros un intenso malestar emocional.
La falacia y la mentira son los ejes dominantes de una gran parte de la conducta política actual. Pero eso no es lo peor, aun siendo un problema ético de gran magnitud. Lo más grave es la 'anestesia general' de la sociedad, a la que parece importarle un bledo esos tejemanejes y cambios de criterio, llegando a asumirlos sin ninguna crítica, controversia ni perplejidad. Todo es válido con tal de seguir en mi zona de confort, y aunque seamos conscientes del engaño, solo nos limitamos a esbozar algún que otro comentario, y a seguir con la rutina.
La mentira no es cambiar de opinión como algunos nos dicen. Mentir es, según una definición clásica, "decir lo contrario de lo que se piensa con la intención de engañar". Esto eso es lo que estamos viendo a todas horas, sin que nos preocupe ni nos produzca el más mínimo desazón. Como ocurre con el conocido experimento de la rana, a la que poco a poco se la va calentando hasta llegar a hervirla sin que proteste, algo así nos está ocurriendo a los ciudadanos que vivimos en este país.
La gente parece estar solo interesada por un cortoplacismo aberrante, llegando a pasar de casi todo. Ello tendría varias y complejas explicaciones sociológicas. Para un servidor hay dos aspectos que, aunque se tienen en cuenta, probablemente no se les da su valor real.
Consumo de ansiolíticos
Por un lado, tenemos el elevado y conocido consumo de ansiolíticos, lo que facilita una actitud de docilidad y de pasotismo. Por el otro, las teorías psicológicas que más se predican y más se siguen insisten en que "lo que importa no es lo que pasa o acontece, sino la interpretación que hagamos de ello". Por lo tanto, no importarían los hechos que vivimos realmente, sino la valoración que cada de nosotros hace de ellos. De esta forma, con un poquito de Valium y un pensamiento estoico, todos contentos y felices, o por lo menos, rebosantes de una 'mansedumbre psíquica' muy cercana al llamado bienestar.
Lo que parece no importar demasiado a esta 'sociedad del bienestar' es el aumento evidente de suicidios, sobre todo entre los más jóvenes. Tampoco le preocupa mucho el incremento de las adicciones a sustancias como la cocaína, anfetaminas, alcohol y el daño cerebral que se produce ya en adolescentes. Y tampoco inquieta en demasía que la salud mental sea cada vez más precaria con unos porcentajes crecientes en depresión y ansiedad.
Cada vez se percibe con mayor claridad que las contradicciones tan intensas en los lideres políticos, acaban por afectar negativamente la salud mental de los sujetos sobre los que ejercen su liderazgo, y ello es muy grave y sería muy perverso al establecer un modelo de conducta social en la que predomina el 'todo vale' y en la que "el fin si justifica los medios".
Como decía Martin Luther King "lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos". Conviene recordarlo en los tiempos en los que vivimos donde impera la desidia psicológica, la dejadez ética y la pereza vital.