Amnistía total, pero el lunes después de las elecciones
Tras la cita con las urnas en Galicia finalizará la tregua y la ley de amnistía volverá a salir del cajón donde lo mantienen guardado Sánchez y Puigdemont
El PSOE vuelve a esconder sus intenciones, sus malas intenciones, en pleno periodo electoral. Parece claro que, tras el fiasco de la votación en el Congreso, hay una orden de Moncloa e incluso un pacto con los independentistas de Junts, que pasa por no hablar de la ley de amnistía durante la campaña de las elecciones en Galicia, por aparcar ese asunto tan espinoso, como si no existiera.
Eso sí, no cabe la menor duda de que el lunes próximo, cuando ya sepamos sí el PP gobierna Galicia o el PSOE le entrega la Xunta a los independentistas del BNG, finalizará la tregua y la ley de amnistía volverá a salir del cajón donde lo mantienen guardado Sánchez y Puigdemont.
Ya el ministro Félix Bolaños ha adelantado de refilón, como el que no quiere la cosa, que la amnistía cubrirá “a todos”. Palabras que suenan a presagio que de, otra vez, Sánchez tragará con las enmiendas que le exige Junts, entre ellas que la ley contemple todos los delitos de terrorismo, no sólo el ‘terrorismo light’ que inventó, sin vergüenza alguna, el Gobierno.
Esto de esconder sus vergüenzas hasta después de las elecciones es marca de la casa de Pedro Sánchez o, mejor dicho, es su modus operandi, término más apropiado porque incluye connotaciones que evocan al modo de actuar de una banda organizada. Lo hizo con su promesa de no pactar con Podemos, que le quitaba el sueño. Lo repitió con Bildu, partido con el que aplazó la entrega de la alcaldía de Pamplona hasta después de la elecciones generales. Y ahora vuelve a engañarnos con la ley de amnistía, convenientemente aparcada.
“Hay que acostumbrarse, son cosas normales”, como dice el ministro Óscar Puente. Se refiere en su caso a las averías e incendios que sufren los trenes de Extremadura, pero podría aplicarse al modo de proceder habitual del Gobierno. Con Sánchez parece que hay que acostumbrarse a la mentira y el engaño permanentes. Es más, da la impresión de que sus votantes ya se han acostumbrado, lo han aceptado y les importa muy poco.