Patada de Puigdemont al culo de Sánchez
Pedro Sánchez está de gira suramericana. Ha preferido poner un Océano por medio con lo que le está cayendo encima por la “Koldosfera”. Pero, antes de subirse al avión para hacer las Américas, ha dejado cerrado su acuerdo con Carles Puigdemont sobre la amnistía que le va a permitir dar carrete a su mando en plaza.
En realidad, eso es lo único que parece importar al presidente: seguir en La Moncloa, sea como sea. Incluso a costa de que el fugado en Waterloo nos dé una patada a todos... y en el culo de Sánchez. De otra manera no se entendería que se acuerde una proposición de ley para borrar delitos hecha al dictado de quienes han delinquido. ¿Cabe mayor corrupción?
Pues si, porque encima se vende la amnistía como un “paso histórico” para devolver la concordia a España, es decir, el aparato de propaganda monclovita quiere hacernos comulgar con ruedas de molino. Nos toma por tontos.
La amnistía, es una indignidad que divide a los ciudadanos en gente de primera (los que son capaces de chantajear a un líder socialista débil que necesita sus votos) y, a los demás, la mayoría, en paganines de la ambición particular del mandamás. Esa es la verdad y lo otro son cuentos.
Además, Puigdemont y compañía para nada están dispuestos a rebajar sus pretensiones de separar Cataluña de España utilizando cualquier fórmula. Lo han dicho de todas las maneras posibles. Para el independentismo la amnistía no es una reconciliación, es una victoria.
El Estado, de la mano de Pedro Sánchez se rinde, pide perdón a aquellos que vulneraron sus leyes y, a cambio, permite que el líder socialista mantenga su sillón un tiempo más. Así de amarga es la realidad. A.M.BEAUMONT