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Pedro Sánchez: amnistía y corrupción, perdón por la redundancia

La ley de amnistía y el caso Koldo tienen algo en común: ambos asuntos son corrupción, una política y la otra económica, pero corrupción al fin y al cabo

Pedro Sánchez

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La ley de amnistía y el caso Koldo tienen algo en común: ambos asuntos son corrupción, una política y la otra económica, pero corrupción al fin y al cabo. Pedro Sánchez ha utilizado la ley de amnistía, inconstitucional según él mismo y buena parte de sus ministros decían, para comprar los votos de unos políticos delincuentes y mantener así el poder. Pura corrupción, probablemente más grave aún que la del escándalo de las mordidas en la compra de mascarillas en plena pandemia.

Ambos casos, la ley de amnistía y el caso Koldo están unidos por un cordón umbilical que es el propio Pedro Sánchez y su debilidad como presidente del Gobierno. Cuanto más débil, más peligroso se vuelve porque más dispuesto está a ceder o más necesitado está de hacerlo. Eso ha ocurrido con la ley de amnistía, con el PSOE aceptando todas las exigencias de Junts, incluso las que no iban a aceptar jamás, según decían.

La realidad es que el escándalo del caso Koldo ha dejado aún más expuesto a Sánchez, más débil y en situación más precaria que nunca. La legislatura pendía de un hilo, con la amnistía a punto de fracasar y el escándalo de corrupción aumentando como una bola de nieve rodando ladera abajo.

En esa situación el Gobierno ha activado el modo supervivencia: amnistía total para Puigdemont a cambio de presupuestos generales con los que poder ganar tiempo, un par de años de legislatura como mínimo. Esos son los planes de Sánchez, atrincherarse en la Moncloa, resistir y esperar que el tiempo pase, el huracán amaine y sus problemas actuales se acaben diluyendo.

Dicho de otra manera, con la aprobación de la ley de amnistía Pedro Sánchez intenta comprar tiempo. Pero eso no es tan sencillo, no depende solo de él. Podrá esconderse detrás de los muros de la Moncloa y agarrarse a su mayoría parlamentaria comprada a golpe de ley inconstitucional e inmoral, pero la corrupción acecha y la bola de nieve crece y crece, y es probable que acabe tirando abajo el muro.