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Page y la amnistía: el momento histórico requiere algo más que palabras

Al presidente de Castilla-La Mancha hay que pedirle que traduzca sus palabras en hechos, que además de ladrar, muerda. El jueves tiene una ocasión de encabezar una pequeña rebelión

Emiliano García Page

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Vamos a empezar reconociendo que Emiliano García Page no lo tiene fácil, que está solo prácticamente en la oposición interna a Pedro Sánchez en el PSOE, que en Ferraz es persona non grata y que a nadie se le pueden exigir heroicidades. Si bien todo eso es cierto, no lo es menos que el presidente de Castilla-La Mancha se ha acostumbrado a vivir en esa pose calculada que le da votos en su región, que necesita para intentar sobrevivir en una tierra que no entiende que Puigdemont pueda ganarle el pulso a España gracias a la ambición sin escrúpulos de Pedro Sánchez.

Hay momentos en la historia que exigen líderes de verdad, personas capaces de anteponer su deber a su bienestar personal. Page está en esa tesitura si de verdad cree lo que dice. Sus palabras, aunque duras, no son suficientes. Parecen calculadas para tensar la cuerda al límite, pero sin llegar a romperla. Tiene diputados como para que alguno se rebele, pero eso no llega. Se refugia en que el transfuguismo es corrupción, pero olvida que no hay más corrupción que la ley de amnistía.

Para Page, pactar con los separatistas y con Bildu es un horror, según manifestaba en su momento, pero no tanto como para romper. La amnistía a los independentistas sí que parecía ya el paso definitivo que iba a colmar la paciencia del manchego, pero no hubo suerte. Unas cuantas declaraciones altisonantes y punto. El PSOE está en la periferia de la Constitución, insiste, pero sin llegar a salirse del todo, al parecer.

El jueves el Pleno del Congreso aprobará la ley de la amnistía que tomará rumbo al Senado. Page ya no es tan beligerante, sube el listón y gana tiempo: recurrirá al Constitucional cualquier consulta que eventualmente se apruebe para Cataluña y margine a los demás españoles. Ya se ha puesto otro límite distinto y más lejano que la amnistía. El día que esa consulta llegue quizás Page nos dirá que el PSOE está ya con un pie y medio fuera de la Constitución, pero tampoco habrá llegado a salir del todo.

A Page hay que pedirle que traduzca sus palabras en hechos, que además de ladrar, muerda. El jueves tiene una ocasión de encabezar en el Congreso una pequeña rebelión interna ante la amnistía, de gran coste personal a corto plazo, pero quizás una inversión a medio o largo. De lo contrario vamos a tener que pensar que hay mucho de teatro en su continuo enfado con el PSOE. En su partido así se lo reprochan. "Creo que en algún caso se busca el aplauso fácil”, dice el socialista y sanchista Gómez de Celis. Aunque sus críticas al Gobierno hacen daño lo cierto que en Ferraz en ningún caso le ven como una amenaza real: habla mucho y actúa poco, podría resumirse.

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