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Ely del Valle

No nos representan

Los españoles no nos merecemos el esperpento político al que asistimos sin poder decir nada hasta dentro de tres años

No nos representan

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No es verdad. No me representan, ni creo que representen a la mayoría de quienes dicen representar. El esperpento en el que ha caído la política española es para plantearse muy seriamente la necesidad de imponer un test de educación básica y otro psicológico a todo aquel que aspire a tener un escaño o un cargo público, y reflexionar después sobre si quienes los ocupan en este momento pasarían cualquiera de los dos.

Una de las pegas que tiene la democracia es que, una vez que votamos, los políticos tienen cuatro años por delante para hacer lo que les salga del costillar. El “campana y se acabó” del cierre de los colegios electorales es para ellos el timbre de salida a un largo recreo, y para nosotros, la sentencia de una ley mordaza cuatrienial

Los españoles no nos merecemos el esperpento político al que asistimos sin poder decir nada hasta dentro de tres años

No me representan ni los mentirosos, ni los ladrones, ni los estafadores, ni las histéricas, ni los déspotas, ni los maleducados, ni los estúpidos, ni los lameculos, ni los déspotas, ni los aprovechados, ni los chonis, ni los desleales, ni los que están dispuestos a vender a su madre por seguir chupando del bote. Y de todo hemos visto estos días en los que los españoles asistimos estupefactos al espectáculo bochornoso de una presunta trama que supuestamente implicaría a ex cargos y cargos actuales de un gobierno que se niega a dar explicaciones en un intolerable ejercicio de soberbia y que, como toda respuesta, pone toda su maquinaria a funcionar para que el centro de la atención mediática se centre en quien considera que puede ser su mayor enemiga, con permiso de Feijoo.

Si los españoles pudiéramos hablar, diríamos eso de que cada palo aguante su vela, pero que, por favor, dejen de tratarnos como mercancía de segunda. Bastantes problemas hay como para que las sesiones parlamentarias se les vayan en peleas de gallos. Que quien lo considere oportuno, acuda a la Justicia; el resto, que se preocupe de lo que se tiene que preocupar, que somos los ciudadanos. Y por favor, que lo hagan quitándose el pelo de la dehesa y elevando un poquito el nivel para que sus intervenciones no parezcan el tercer día de juerga de una panda de británicos en Magaluf.