A Lobato le hace más daño "su novio" que a Ayuso el suyo
La política es una página de tribunales. Hace años que es así. Una pena. Comparto con Alberto Núñez Feijóo su percepción de la clase política actual como “la peor de toda la democracia”. Se lo confesó a Susanna Griso durante una entrevista este miércoles en Espejo Público. ¿Las causas? Veo demasiados menesterosos en ella sin posibilidad de hacer otra cosa.
Tampoco hay que menospreciar en el desprestigio de la política la judicialización que hacen los partidos, convirtiendo los tribunales en instrumentos para dañar la imagen de los adversarios. Al final, este tipo de estrategias embarran en general a los políticos y dejan la sensación en los ciudadanos de que “todos son iguales”.
Sin embargo, a quien no le pasan factura las terribles campañas que hacen contra ella la izquierda política y mediática es a Isabel Díaz Ayuso. La presidenta madrileña vuela en la opinión pública. Cada día está más fuerte. Los rivales no han conseguido mermar su popularidad ni lanzándose contra su padre, su hermano, ni su novio. Al revés.
Ayuso, después de la campaña inhumana ejercida en su contra estas últimas semanas a cuenta de los problemas con el fisco de su pareja, en la que hasta el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, desde la tribuna del Congreso, se ha lanzado a su yugular, en un reciente sondeo encargado por su partido a Gad3 de “control de daños”, ve que aún obtiene más ventaja sobre sus rivales políticos: de celebrarse elecciones ahora obtendría el 51% de los votos de Madrid y cuatro diputados más. Arrasa.
El líder del PSOE en Madrid, sin embargo, cae. Juan Lobato debe estar desesperado observando cómo todas las campañas que le ponen en marcha desde La Moncloa contra Ayuso pinchan en hueso, además, de desdibujarlo a él. El líder socialista madrileño busca tenazmente posicionarse en la serenidad, pero su superior le quita razones constantemente. Los madrileños, cada vez más, perciben los tejemanejes contra Ayuso como una obsesión de Sánchez que acaba perjudicándoles a ellos. Lobato debería reflexionar seriamente sobre si su novio político, Sánchez, le hace más daño que a Ayuso el suyo. A.M.BEAUMONT