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Mariano Gomà

¿Está perdida Cataluña?

¿Cuántos catalanes creen que independientes de España seríamos ricos, respetados en el mundo haciendo de esa Cataluña un verdadero paraíso? Nadie. Cero

Ambiente previo a un acto de Junts, a 6 de abril de 2024, en Elna (Francia), con una lona de Carles Puigdemont.

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Nos hemos acostumbrado -quién suscribe estas líneas el primero- a manifestar en público y en privado que no hay nada que hacer, que Cataluña está perdida y su recuperación es imposible y lo que es peor, impensable.

Las preguntas que me hago, ya no como catalán sino como simple ciudadano, son:

La sociedad catalana, es decir las personas que vivimos en Cataluña, ¿somos independentistas?¿Deseamos que nuestra tierra sea independiente de España? Y la respuesta es clara: no.

¿Qué cantidad de ciudadanos suspiran, sueñan y serían capaces de cualquier cosa por una nación catalana independiente política, económica y socialmente en el contexto internacional? Ni una cuarta parte.

¿Cuántos ciudadanos catalanes quieren solo hablar y entenderse en catalán sin importarles un rábano el español o castellano, siendo su sueño la interlocución en el espacio exterior tan solo con el inglés, que no saben? Una cuarta parte de la cuarta parte.

¿Cuántos catalanes creen que independientes de España seríamos ricos, respetados en el mundo haciendo de esa Cataluña un verdadero paraíso, o como un día dijo un idiota iluminado que seríamos la Dinamarca del Mediterráneo? Nadie. Cero.

¿Y entonces? ¿Qué mayúsculas equivocaciones estamos cometiendo cuando en función de esas respuestas -en las que creo estamos todos de acuerdo- tenemos el panorama que tenemos desde hace años y, lo que es peor, mucho nos tememos que vamos a seguir teniendo el próximo 12 de Mayo?

Pues bien: tenemos una banda de partidos llamados ERC, Junts, Comuns y CUP -más algunas hierbas sueltas que son lo mismo, unos con corbata y otros con camiseta y chanclas - cuya única unión es poner España patas arriba, aunque sea a costa de su propia ruina pero les hace felices disfrutar del trofeo al que han sometido. Aclaremos que el trofeo por dejadez y torpeza se ha dejado someter.

Tenemos también al PSC. Se supone que lleno de buena gente que se declaran P.S., es decir socialistas de ideología y partido a los que se les han incrustado como lapas de roca un conjunto de sectores que no saben ni lo que son catalistas o socialanes. Todo ello con una gran dosis de perversidad en algunos de ellos, pues desde dentro pretenden arrastrar al partido a tener un pie a cada lado del charco por si acaso. Lo hacen de forma cobarde puesto que tienen un ojo en Cataluña y el otro mirando a Madrid donde están los jefes de verdad y se cuece todo. Panda de cobardes.

Pero aún es peor Madrid, donde un PSOE al que ya no le quedan ni siglas ni dignidad, se halla en manos de unos mercenarios cuyo único ideario es el poder y el tintineo del dinerito corrupto, vendidos al mejor postor, ya sea este un analfabeto aldeano o un pistolero a sueldo. Ese es el panorama del mundo socialista en España con el aterrorizado testigo del presidente Felipe González y es de suponer, con la convulsión desde sus últimas moradas, de Olof Palme, François Miterrand o Billy Brandt.

Y finalmente estamos los otros, los que mantenemos los valores nacionales con respeto al Estado de Derecho, a las Instituciones, a la Constitución y en definitiva al progreso y pacífica convivencia en democracia. Esos otros catalanes y esos otros españoles -que somos la gran mayoría- estamos asistiendo no solo a la demolición de nuestro país, sino que sumisamente nos dejamos atropellar por una panda de delincuentes, con o sin antifaz, que destruyen a sus anchas y sin oposición nuestros valores, despluman nuestros bolsillos y lo que es peor, nos humillan como seres humanos y pacíficos ciudadanos españoles.

Pero quisiera alertar desde aquí a los lectores de que no podemos confundir pacífico con pasota pues, si elegimos el segundo adjetivo, quizás ya nos está bien y nos merecemos lo que nos está pasando. Pero si elegimos el primero, como ya no son tiempos de armas, tenemos que combatir con las urnas y los votos sin que un solo español de bien que vele por el futuro de su familia deba quedarse en casa, ni en el País Vasco ni en Cataluña ni en Europa. Y ,deseablemente, ni después en España.

Ahí está ni más ni menos el secreto. El panorama es perfectamente superable siempre que enterremos el pasotismo, despertemos como ciudadanos libres e iguales y demostremos de una vez a la panda de insensatos que nos gobierna. Que España es infinitamente más que todos ellos juntos, que no nos van a doblegar y menos humillar como si fuéramos un campo de concentración de sumisos a los que zarandear alegremente despojándonos de la dignidad, la cultura, los recursos, las tradiciones, los valores, la opinión y las actitudes ciudadanas que marquen el rumbo de nuestra nación.

Y no me queda más que resumir este artículo en tan solo una palabra. LIBERTAD.