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Enrique Martínez

La navaja de Ockham: Pegasus, Marruecos y Sánchez, un triángulo

Lo más probable es que el país de Mohamed VI esté detrás del espionaje al Gobierno, así lo cree también la Unión Europea, aunque el sanchismo lo tache de “bulo”

Pedro Sánchez en la ejecutiva del PSOE

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La navaja de Ockham es el nombre que recibe un principio filosófico que establece que “en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable”. Eso es exactamente lo que sucede con el espionaje al móvil de Pedro Sánchez y los ministros de Defensa e Interior. Está sin aclarar, pero todo indica que los servicios de inteligencia de Marruecos están detrás del robo de datos, gran cantidad de información, mediante el uso del programa Pegasus.

Hay más explicaciones posibles, claro, pero la más plausible es que Marruecos esté detrás de ese espionaje, por mucho que el director del Gabinete de Pedro Sánchez, Óscar López, lo haya calificado recientemente de “bulo, maledicencia y teoría conspiranoica”. La realidad es que Ockham se abre paso. Por muchos motivos.

El primero es porque así lo cree también la Unión Europea. Una comisión de investigación del Parlamento Europeo llegó a la conclusión tras estudiar el asunto por espacio de un año de que el país vecino es el “posible” responsable del espionaje a los teléfonos de Pedro Sánchez, Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska.

En segundo lugar, la mano negra de los servicios secretos marroquíes explica muchas cosas y hace encajar muchas piezas del puzzle. La más evidente es el cambio de posición del Gobierno de España sobre el Sáhara, asumiendo las tesis de Marruecos.

Según esa teoría, que el Gobierno califica de conspiranoica, pero que es perfectamente plausible, Marruecos se habría hecho con información relevante y sensible con la que chantajear al presidente del Gobierno. Eso explicaría su sorprendente decisión unipersonal que nunca se ha entendido ni se ha explicado de manera mínimamente convincente. Esa maniobra inesperada tuvo además consecuencias geoestratégicas graves, como la enemistad de Argelia, principal proveedor de gas a España.

¿Qué podía haber en el móvil del presidente? Ante la falta de explicaciones surgen las especulaciones. Es normal que así sea. El robo de datos se produjo en cinco ‘ataques’ en los que los autores se llevaron unos 2,7 gigabytes de información: alrededor de 15.000 documentos en formato Word, unos 3.000 documentos PDF y un millar de imágenes en formato JPEG.

Eso sucedió entre octubre de 2020 y diciembre de 2021. Casi un año en el que, por ejemplo, Sánchez concedió los indultos a los políticos condenados por el procés y modificó el Código Penal para borrar el delito de sedición y reformar el de malversación. Sus conversaciones con los independentistas catalanes, sobre eso y sobre otras muchas cosas, tienen que ser jugosas y comprometedoras. Por no hablar de las que haya podido mantener con Otegi. Todo eso en manos de Marruecos convertirían a Sánchez en un pelele del rey Mohamed VI y, sinceramente, muchas veces nuestro presidente se comporta como tal ante él.

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