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Mariano Gomà

San Pedro Mártir

De un idiota solo se pueden esperar idioteces, como las que nos brindaba Zapatero, pero de un monstruo no podemos más que esperar monstruosidades, como el mensaje de la carta

Pedro Sánchez, abandonando su escaño en el Congreso de los Diputados

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Tiene gracia que debamos recurrir al santoral quizás para ampliarlo con la figura aureolada de nuestro presidente, estos días reflexivo escondiendo en realidad una amenaza, un desafío y una auténtica declaración de guerra a su propio país, España, o a lo poco que va quedando de ella.

De un idiota solo se pueden esperar idioteces como las que nos brindaba Zapatero, pero de un monstruo no podemos más que esperar monstruosidades como el mensaje que transmite la carta-trampa o carta-bomba del nuevo San Pedro Mártir del 29 de abril. Se necesita maldad para poner en vilo al país con una maniobra victimista y pendenciera que tras el lloriqueo y el pobrecito de mí esconde ni más ni menos que esa ya mencionada declaración de guerra para, con total impunidad, derribar todo lo que todavía queda en pie en la España democrática que alumbró una ejemplar transición para los españoles con el asombro del mundo entero.

Éstos últimos años hemos visto cometer las mayores atrocidades en materia de corrupción, latrocinios, toda suerte de mentiras, viles compadreos y chulerías donde además no han faltado drogas, prostitutas, orgías y lluvia de billetes. Hemos asistido al blanqueo de asesinos, al indulto de golpistas condenados en firme, al bochornoso aprovechamiento del patrimonio nacional, al uso y abuso de las instituciones del Estado y a la malabarista manipulación y desprecio de nuestra Carta Magna. Ha ofendido a la Corona, al Rey, y con él a todos mientras se paseaba por el mundo haciendo el ridículo más vergonzoso, ha convertido Venezuela en el paradigma de la pulcritud política de todas las dictaduras bolivarianas y finalmente ha encabronado a Marruecos, Argelia, Israel y a toda Europa.

Nos hallamos en un escenario sin precedentes porque, no a la chita callando sino a bombo y platillo, ha ejercido el poder usurpando, corrompiendo y violando todas las instituciones y centros de decisión con el cómplice silencio del ya esclavizado partido socialista, el tímido murmureo del sector crítico socialista de verdad o finalmente el circo de los partidos llamémoslos constitucionalistas que andan mirando más a los retrovisores que al frente que es por donde llegan las bofetadas.

No obstante todo ello, debemos destacar que a San Pedro Mártir no le arrancamos de Moncloa ni fumigando con gas letal ni se va a despedir del lujo como en señor sino abrasando todo lo que le rodea, incluidos los ciudadanos españoles con una fuga nuclear malignamente provocada, ni limpiar y quemar con salfumán y ácido sulfúrico toda la basura y podredumbre que ha creado a su alrededor.

Hay tantos Begoñas y tanta gente en el vertedero de la inmundicia que no cabrían en este escrito pero que están en la mente de todos, pero no obstante quiero apelar a la esperanza de que este asunto de fondo sea de tales proporciones internacionales que deba huir como un vulgar ladrón, pues no hay más que leer las lindezas que le dedica la prensa mundial como el New York Times o France-Soir.

Las dimensiones y la onda expansiva de tanta atrocidad no van a quedar impunes porque ningún país del mundo va a permitir más monstruos de los que en la historia hemos sufrido ni que ni por asomo les salpiquen o les contagien las fechorías del monstruo español actual, hoy San Pedro Mártir.

Y por favor, que nosotros lo veamos.

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