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La “máquina de fango” de Sánchez prepara el anticipo electoral

Pedro Sánchez despidiéndose, en la Feria de Abril de Barcelona

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Pedro Sánchez fue capaz de decir en un debate en televisión en el año 2015 que Mariano Rajoy no era decente. Y que ello era un coste para la democracia. Ahora, se rasga las vestiduras y lanza a sus plañideras a llorar por pedirle explicaciones de la corrupción de su entorno político y su propia familia. Excusas de mal pagador de un político aquejado de soberbia adolescente incapaz de encajar que le cuestionen.

Estamos ante una fiera herida cuyo instinto le hace llevarse por delante a quienes le acorralan. Sánchez se ha convertido en un autócrata en decadencia al que los corsés democráticos le molestan. Por ello, es peligroso. Va a tratar de imponer, como tabla de salvación, una democracia populista en la que su mayoría parlamentaria haga de su capa un sayo. La izquierda radical buscará arrumbar leyes, jueces, periodistas críticos y políticos de la oposición que se interpongan en su camino. Pero, Sánchez entiende que ni el club europeo va a permitirle convertirse en César sin ley, ni los españoles le otorgarán una mayoría en las elecciones europeas que lo legitimen en sus tumbos de líder moribundo.

La Moncloa, tras el teatrillo fracasado del presidente, se ha puesto a trabajar en un plan de "regeneración democrática" que presentan como la "gran causa nacional". Otro brindis al sol. Un salto al vacío, inconsistente, para tapar el ridículo del paripé de la dimisión. Sabe bien Sánchez que sólo puede seguir embarrando la política y hacerse la víctima, sus planes ya no dan más de sí. Salvo para ir rellenando el relato de las elecciones anticipadas en otoño. A.M.BEAUMONT