Otro ministro haciendo amigos
Puente sigue vomitando todo tipo de declaraciones y esta vez pasan nuestras fronteras. Vuelve a dejar a España, internacionalmente, a la altura del betún. La sociedad civil debe rebelarse.
En otro escenario de país, lo normal sería afirmar públicamente que tener un ministro como el Sr. Óscar Puente no puede ocurrir ni aposta. Sin embargo, hoy en día, en el nuestro todo es posible y además a propósito. Desde que a ese señor -que recuerda a pretéritos eslabones perdidos- alguien lo lanzó a la arena de los insultos, improperios y escasa educación en el Congreso de los Diputados ganándose con esa actuación el sillón de un ministerio, no ha dejado de darnos alegrías a los españoles.
No ha acertado ni una. Ha vomitado todo tipo de declaraciones que se encasillan entre el espacio del género soez y el idiota. Sus formas y posturas son antropológicamente cómicas pero vertidas desde la jaula del gobierno son explosivas y dañinas para cualquier persona que tenga una mínima consideración por España.
Ahora le ha tocado recibir los escupitajos al presidente de la República Argentina, el Sr. Milei, democráticamente designado por los ciudadanos de su nación. El Sr. Puente, con su acostumbrada desmesura frívola e insultante, no solo ha provocado una crisis diplomática entre dos países hermanos y queridos, sino que ha conseguido recibir un consiguiente comunicado de protesta del gobierno argentino con una serie de lindezas dirigidas a nuestro país así como al presidente y al partido que nos toca soportar en el gobierno.
Y a los ciudadanos no debería darnos igual puesto que lo que menos necesitamos es alimentar y ampliar nuestro desprestigio internacional ni la pérdida de un respeto que tanto esfuerzo político, económico y social nos costó alcanzar.
Hasta ahora la sociedad civil de nuestro país ha protestado y enseñado los dientes en múltiples ocasiones en Cataluña y en el resto de España con manifestaciones, protestas, comunicados y declaraciones, suscritas además por las máximas autoridades en ámbitos profesionales, jurídicos, culturales e intelectuales. A pesar de ello parece que, aún así, no ha sido suficiente hasta ahora el mensaje a los responsables políticos y de gobierno.
No obstante, en la parte que me toca (formando equipo con otros responsables de asociaciones y plataformas), vamos a impulsar enérgicamente la formación de una verdadera Coordinadora de la sociedad civil que difunda y amplifique el malestar social que se ha apoderado de nuestro país por las torpezas y atropellos que se han cometido empezando por el presidente del gobierno seguido de ministros, asesores, asistentes y ocupantes de sillones y poltronas institucionales, es decir, desde los centros de poder.
Ya se nos ha anunciado que van a por nosotros, los disidentes. A por los medios de comunicación no sometidos y a por la judicatura y el Estado de Derecho no controlado todavía. Pero no lo van a conseguir porque somos más fuertes. El país es mucho más poderoso y aunque el dicho popular reza que no hay enemigo más peligroso que un tonto o una fiera herida y acorralada, la razón se impondrá. Conseguiremos que la normalidad y convivencia sea lo normal, encerrando en el baúl de los objetos a olvidar a toda aquella gente que tanto daño está haciendo a nuestros deseos de libertad.
El mundo en su historia ha tenido que soportar a demasiados monstruos y la ardua limpieza que se ha visto obligado a llevar a cabo con los restos de sus desmanes. Ahora la sociedad civil, aquí, en nuestro país no puede mantener más monstruos y vamos a acabar con todos ellos situándolos en el lugar que les corresponde, en arresto domiciliario, en las penitenciarias o en los zoos.