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Eugenio Narbaiza

¿España es un Estado fallido?

La actitud de un presidente del Gobierno como Pedro Sánchez lo convierte en un “caudillismo de conspiración judeo masónica” al más puro estilo franquista.

Pedro Sánchez, en un mitin en la campaña catalana.

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¿España es un Estado fallido gobernado por políticos que anteponen su ideología a los intereses de los ciudadanos? Empiezo a pensar que sí, dado que los últimos acontecimientos que estamos viviendo nos hacen ver que los españoles estamos siendo burlados por quienes, arrogándose una mayoría social que no tienen en las urnas, ejercen el poder a su antojo, mintiendo, manipulando la realidad y retorciendo una ley de leyes que nos dimos en 1978, sin que nadie les haya autorizado a hacerlo ni se hayan producido consultas democráticas para cambiarla.

Podríamos hablar de la vergüenza que supone el espectáculo del fiscal general del Estado, que machaca la justicia, recusando a jueces de una Sala del Supremo, que tiene que determinar sus dudosos actos respecto a las filtraciones sobre datos de un particular y que se atreve a decir que “su cargo está blindado “, algo insólito en democracia y algo detestable desde la prepotencia.

Continuaríamos con la actitud de un presidente del Gobierno, que desprecia ser controlado por los contrapoderes del Estado y que no da explicaciones sobre hechos de su entorno personal y lo que debería ser transparencia, lo convierte en un “caudillismo de conspiración judeo masónica” al más puro estilo franquista.

Por cumplir con los preceptos democráticos que le son otorgado en un Estado de Derecho, para Sánchez, los culpables son los medios de comunicación, quienes cumpliendo su papel de “guardianes de la democracia”, cuentan cosas sobre el gobierno y sus cercanos, que no es capaz de desmentir donde debe, en el Parlamento y desde la transparencia que obliga una democracia, acusando a todos de conspiradores y anunciando medidas de autoprotección propias de una dictadura, cercenando una libertad que sólo pueden medir los jueces desde el Código Penal.

Lo último está siendo generar conflictos con países como Argentina o Israel, acusando al presidente del país hermano de “hablar después de haber ingerido sustancias” cuando equivocados o no, su elección como mandatario ha sido respaldada por el 60 % de los ciudadanos.

Lo que viene sucediendo con Israel, merece una reflexión aparte, ya que varios ministros, dejando de lado la salvaguarda de los intereses de España como servidores públicos, se arrogan en su ideología, de dudoso talante democrático, para “aconsejar” a empresas que no comercien con Israel, a acusarles de genocidas por sus actuaciones militares ante el atentado terrorista del pasado 7 de octubre, dejando de lado la existencia de 260 rehenes capturados por una organización terrorista como Hamas, que fueron y están siendo torturados por el mero hecho de ser judíos.

Por si fuera poco, tenemos una ministra que usa un lema de una organización terrorista, deseando la aniquilación de Israel, olvidándose de que sólo se defiende de los ataques recibidos, que Israel, el pueblo judío, no es su primer ministro y que España como tal, tiene una responsabilidad histórica con los judíos, que fueron expulsados de su tierra y cuya huella en nuestro país es más que evidente.

Todo esto me hace pensar y casi afirmar que España es un Estado fallido, sus gobernantes unos irresponsables que no distinguen sus intereses personales de aquellos a quienes representan y que jugando a manipular, engañar y mentir, hacen que los españoles empecemos a sentir vergüenza de sus actos, miedo por sus decisiones y temamos estar ausentes de libertad si esta sociedad anestesiada, no lo remedia desde la más pura democracia, con la libertad de la palabra y la fuerza de las urnas que están al llegar.

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