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Sánchez, a punto de consumar la peor corrupción política: la amnistía

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno

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El Senado vetó este martes la ley de amnistía por inconstitucional y por una tramitación tramposa, estirando el reglamento y a ley al antojo y conveniencia de Sánchez y sus socios o, mejor dicho, compinches, en este atraco a la democracia. La ley regresa al Congreso donde se aprobará definitivamente.

Queda así España abocada a sufrir el mayor acto de corrupción política que un gobierno ha llevado a cabo en la etapa democrática: comprar la investidura de Pedro Sánchez a unos políticos delincuentes con una ley inconstitucional que el propio presidente, sus ministros y multitud de dirigentes socialistas veían imposible por su falta de ajuste a la Carta Magna.

Hace unos días, el escritor y académico Arturo Pérez Reverte definió a Pedro Sánchez como un “embustero, tramposo, sin escrúpulos, pero un genio” que “aguantará hasta que agote los conejos de la chistera y no quede nadie a quien vender o traicionar”.

En eso estamos. Los primeros a los que ha traicionado es a los españoles con esta ley que fulmina la igualdad entre españoles y, en consecuencia, el Estado de Derecho. Y todo por permanecer en el poder.

Lo que era inconstitucional ahora se ha vuelto “impecablemente constitucional” como por arte de magia e incluso, casi es lo que más ofende, se defiende con pasión. Con pasión y con mentiras, claro. Se nos hace creer que es por la reconciliación en Cataluña, por sacar de los tribunales "el conflicto" catalán y devolverlo a los cauces de la política. Nada más lejos de la realidad.

Es cierto que el independentismo ha obtenido su peor registro histórico el pasado domingo, pero no lo es menos que está a punto de ver consumadas muchas de sus aspiraciones. Si Sánchez quiere que Salvador Illa gobierne tiene que ir preparando la chequera. El hipotético apoyo de ERC o Junts a esa investidura tendría un precio altísimo, inasumible de nuevo para nuestra democracia.

El pacto fiscal o el derecho de autodeterminación o incluso ambos a la vez serían de nuevo ataques directos a la Constitución y a todos los españoles. Pero con Sánchez lo inconstitucional se vuelve plenamente constitucional si eso es necesario para su interés político particular. No tener escrúpulos ni principios es una ventaja competitiva. Vale todo. El desprecio a alguien que se corrompe políticamente como él es absoluto.

Resulta imposible tener respeto por un líder político que acomoda la ley a su conveniencia, manipulando para ello el Congreso, el Tribunal Constitucional, la Fiscalía General del Estado y cualquier otra institución que sea necesario. La amnistía está a punto de culminar su proceso y solo nos quedará la esperanza de la justicia europea para parar este ataque de Pedro Sánchez a los españoles.