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Antonio López-Istúriz

La voz de España en Europa, más importante que nunca este 9-J

Estas elecciones europeas se presentan más claves que nunca. La Unión Europea se enfrenta a desafíos globales que ningún país puede abordar con éxito por sí solo y en un contexto complicado.

La estatua de Cibeles con las banderas de la Unión Europea y España ondeando.

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Vivimos en un mundo cada vez más complejo. A menudo nuestras necesidades de progreso económico y bienestar, así como la seguridad de nuestros ciudadanos y también la sostenibilidad de nuestro planeta, conllevan dilemas morales y ponen bajo gran presión nuestros valores occidentales.

En un mundo que se configura cada vez más como un choque entre democracias liberales y regímenes autoritarios que se ven amenazados y tienen por objetivo destruir nuestro sistema de vida democrático basado en el principio de la libertad, nos enfrentamos diariamente a decisiones difíciles relacionadas con el origen de nuestras fuentes de energía, de materias primas para nuestras industrias, de la elección de nuestros socios comerciales o de quienes deberían poder migrar a nuestros países.

En este contexto los próximos comicios europeos del día 9 de junio llegan en un momento crucial. La Unión Europea se enfrenta a desafíos globales que ningún país puede abordar con éxito por sí solo. Desde la creciente desinformación hasta los ciberataques e injerencias en procesos electorales democráticos, pasando por el alarmante auge de los populismos a nivel global y la visible crisis de liderazgo en nuestras democracias occidentales, los cimientos de nuestra sociedad están siendo desafiados.

Estos problemas no son meramente teóricos. En las últimas semanas hemos visto violentos ataques a políticos tanto en Alemania como en Eslovaquia. A lo largo de Europa campan creadores de contenido pro rusos y antieuropeos, que divulgan propaganda y crean desconfianza hacia las instituciones que tanto esfuerzo ha costado crear. En España vemos la libertad de prensa amenazada. Todos estos hechos son un recordatorio doloroso de la fragilidad de nuestras instituciones y la necesidad constante y urgente de protegerlas.

Siempre digo que la Unión Europea se construye en las crisis y durante los últimos cinco años han sido varias las oportunidades que ha tenido para reforzarse a través de circunstancias imprevistas como la pandemia o la guerra de Ucrania. Pero estos desafíos no son exclusivos de Europa, ya que tienen repercusiones directas en la estabilidad y prosperidad de cada uno de sus Estados miembros. España no es una excepción. A pesar de que casi el 70% de nuestra legislación provenga de Bruselas, los españoles nos enfrentamos a nuestros propios retos nacionales.

Ejemplo de ello son la agricultura y el agua -pilares fundamentales de nuestra economía y sociedad, y vitales para el sustento de millones de personas en España- que se encuentran en un momento crítico. La escasez de agua y los efectos del cambio climático están impactando directamente en la producción agrícola, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y el bienestar de nuestras comunidades rurales. A lo que se suma un intento de políticos “ecologistas” de implantar políticas que, si bien pretenden ayudar al medioambiente, perjudican a nuestros productores y la competitividad y sostenibilidad de un sector productivo estratégico de nuestra economía.

También la inmigración, lejos de ser un problema distante, es una realidad palpable que impacta directamente en nuestra sociedad y economía. El flujo constante de migrantes hacia Europa plantea desafíos y oportunidades, que deben ser abordados de manera integral y humanitaria. Es crucial que España y la UE desarrollen políticas migratorias que sean justas, solidarias y eficaces, gestionando de manera adecuada la llegada de personas y promoviendo a la vez respeto a los derechos humanos y la integración de esos ciudadanos en nuestra sociedad sin romper la cohesión social.

En este contexto, la elección de los 61 eurodiputados que nos representarán en Europa durante los próximos cinco años adquiere una importancia crucial. Estos representantes no solo darán forma al futuro de Europa, sino que también influirán directamente en la capacidad de España para hacer frente a sus propios desafíos.

Es fundamental que los ciudadanos españoles comprendan la conexión entre los problemas globales y europeos y los desafíos nacionales. Solo reconociendo esta interdependencia y actuando en consecuencia podemos construir un futuro más próspero y seguro para todos. El 9 de junio, nuestra voz en Europa será más importante que nunca. Es hora de hacerla oír.