La Voz del Pueblo: reflexiones sobre la manifestación del 26 de mayo
Más de 80.000 personas se reunieron en los alrededores de la Puerta de Alcalá para exigir coherencia y firmeza con aquellos que han vulnerado nuestras leyes y principios democráticos.
El pasado 26 de mayo Madrid fue escenario de una multitudinaria manifestación convocada por el Partido Popular. Más de 80,000 ciudadanos se congregaron en las calles para expresar su descontento y preocupación ante la dirección que está tomando nuestro país. A pesar de que se haya producido en un contexto de campaña electoral, debemos reflexionar sobre las razones que llevaron a esta movilización y el mensaje que podemos extraer de ella.
Uno de los principales motivos que impulsaron a miles de personas a salir a las calles fue la oposición a la propuesta de amnistía impulsada por el gobierno de Sánchez y que será debatida en el Congreso este jueves. Esta medida es una concesión inaceptable, un intercambio de cromos, que amenaza con socavar los principios de justicia y equidad que deben guiar nuestro Estado de derecho. La amnistía, que sólo se otorga para contar con los 7 votos de Junts en el Congreso, no fomenta la reconciliación, sino que premia la ilegalidad y socava la igualdad de los españoles.
La coherencia y la firmeza ante aquellos que han vulnerado nuestras leyes y principios democráticos es un rasgo esencial de un Estado de Derecho fuerte. La manifestación del 26 de mayo dejó claro que una parte significativa de la ciudadanía comparte esta visión y exige una respuesta contundente frente a cualquier intento de amnistía que mine nuestra cohesión nacional.
Pero la protesta iba más allá de una ley hecha a medida de los socios de Sánchez. También fue el rechazo a la proliferación de bulos, insultos por parte del gobierno de Sánchez contra quienes no piensan como ellos. Las narrativas interesadas y la propaganda aumentan la polarización que tanto están dañando la democracia en Occidente.
En una era en la que la información circula a una velocidad vertiginosa, con fuertes injerencias externas que pretenden socavar nuestro modelo de democracia desde dentro, es esencial que los líderes políticos actúen con integridad y responsabilidad. La confianza en las instituciones se construye sobre la base de la verdad y transparencia. Cuando estos pilares se ven erosionados, la democracia misma se resiente.
Una política exterior a la deriva
Quizá sea por deformación profesional, pero la gente que se acercó a conversar conmigo también me mostró su inquietud ante la errática política exterior del gobierno de Sánchez. Las decisiones internacionales de un país no solo afectan su posición en el mundo, sino que también repercuten en la percepción interna de la seguridad y el bienestar.
Enfrentarnos con Israel, un socio europeo, fiable y única democracia en Oriente Medio, no parece una decisión acertada. Principalmente porque estamos tomando una salida corta a un problema con profundas raíces, que no puede ser solucionado de la noche a la mañana con un anuncio brillante. Pero también porque en política internacional -y en especial en la europea- el consenso es esencial. Las alianzas cuestionables y la falta de firmeza en la defensa de nuestros intereses nacionales han sembrado dudas sobre la capacidad del actual gobierno para gestionar nuestras relaciones exteriores de manera eficaz y coherente.
Desde el PP siempre hemos defendido una política exterior basada en la fortaleza, la claridad de objetivos y la defensa inquebrantable de nuestros valores y principios. La necesidad de revisar y redirigir nuestras estrategias internacionales para recuperar la confianza y el respeto tanto dentro como fuera de nuestras fronteras es patente.
La manifestación del 26 de mayo fue una clara demostración de la vitalidad de nuestra democracia y del poder de la participación ciudadana. Los ciudadanos que acudieron a la convocatoria del Partido Popular lo hicieron impulsados por el deseo de un cambio real y significativo. Estoy seguro de que ese clamor se verá representado en las urnas el próximo 9 de junio.