Seis años con Sánchez: España es mucho peor ahora
Nadie podía imaginar en aquel momento todo lo que vendría después, las líneas rojas que ha ido saltándose y que nos han conducido a un galopante deterioro de nuestra democracia
Este fin de semana se han cumplido seis años de la moción de censura contra Mariano Rajoy que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno. Nadie podía imaginar en aquel momento todo lo que vendría después, las líneas rojas que ha ido saltándose y que nos han conducido a un galopante deterioro de nuestra democracia.
España es mucho peor ahora que entonces, sobre todo en falta de calidad democrática, en la debilidad de sus instituciones y en la degradación moral del país, que ha ido aumentado año tras año. Las mentiras de Sánchez por su tesis doctoral plagiada e incluso los falsos comités de expertos durante la pandemia, parecen juegos de niños al lado de lo que estamos viviendo desde que Sánchez llegó al poder y, de manera más acentuada, desde que pactó su investidura con el prófugo Puigdemont, comprando los siete votos que necesitaba mediante la ley de amnistía que borra sus delitos.
Su excusa para aprobar la amnistía ha sido siempre el intento de apagar un incendio político en Cataluña. La realidad es que ha incendiado el resto de España de manera consciente. Su estrategia de división, ese muro que ha prometido levantar frente a medio país, ha crispado y dividido a los ciudadanos como nunca antes.
Sánchez, por mera necesidad política de buscar apoyos debajo de las piedras para llegar al poder y mantenerse allí, ha puesto todo su empeño en blanquear a Bildu. Para el PSOE, los proetarras son mejores que Vox, a pesar de que en las filas de Bildu están algunos de los que apretaban el gatillo y en las de Vox muchos de los que ponían la nuca.
Con Pedro Sánchez, las instituciones y organismos del Estado han perdido buena parte de su credibilidad. Su objetivo ha sido colonizarlas y ponerlas a su servicio. Y lo ha logrado. La fiscalía, el Tribunal Constitucional, la presidencia del Congreso y el CIS son algunos ejemplos, los más graves, pero no los únicos.
España ha tocado fondo con Sánchez. Su ambición personal y su falta de escrúpulos le han hecho justificar cualquier atropello a la ley. Parecía que, en esa deriva hacia el abismo, el presidente del Gobierno había tocado fondo con la amnistía.
Sin embargo, para asombro de propios y extraños, nos tenía guardada la farsa de su amago de dimisión, utilizando su cargo, al Rey y a los ciudadanos en una estrategia propagandística que solo buscaba su beneficio personal: poner un cortafuegos al ‘caso Begoña’, la presunta corrupción de su esposa en connivencia con él mismo.
Esa farsa forma parte de un plan que ahonda aún más en la degradación de la democracia para hacerse con el control de todos los tres poderes del Estado. Por eso Sánchez denuncia un complot de la derecha y la extrema derecha política, mediática y judicial que tiene como objetivo acabar con él a cualquier coste. De esa manera intenta justificar sus próximos pasos: el asalto al CGPJ y una ofensiva contra la prensa crítica.
España es mucho peor ahora que antes de Sánchez. La gobernabilidad está en manos de los independentistas que buscan acabar con nuestro país y de los comunistas que tampoco creen en nuestra Constitución. De eso no puede salir nada bueno, nunca. Y todo por la ambición de un hombre.