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Pedro Sánchez y el 'maktub': la curiosa paradoja que puede darse este domingo

Se trata de un pensamiento popular árabe al que puede estar destinado el presidente del Gobierno tras unas elecciones europeas que se presenten más importantes que nunca en clave nacional.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante un mitin del PSOE por las elecciones europeas.

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Hay un pensamiento popular que dice que lo que está destinado a suceder siempre encontrará una forma única, mágica y maravillosa para manifestarse. Los árabes utilizan una palabra para expresarlo: maktub. Y quizás esta sea la mayor paradoja a la que Pedro Sánchez habrá de enfrentarse este mismo domingo de elecciones europeas.

Hace algo más de un mes, el Presidente del Gobierno escribió –a todos los españoles– una primera epístola en la que se encomendaba a un periodo de reflexión de 5 días para decidir si seguía o no en el cargo de Presidente. No fuimos pocos a los que nos sorprendió tan singular decisión. En primer lugar, porque ninguno nos podemos permitir el lujo de tomarnos 5 días de asueto para decidir si seguimos o no en nuestros puestos de trabajo; y, en segundo lugar, porque menos aún lo haríamos público para regodeo de una ciudadanía expectante que nada pudo decir sobre su decisión de seguir en el cargo.

Lo paradójico del caso es que con su segunda misiva nos puede dar a los españoles la oportunidad, en (los mismos) 5 días, de mandarle con nuestro voto acuse de recibo. Las elecciones europeas no generan una gran participación electoral, pero quizás ahora nos haya dado un nuevo motivo para no dejar de votar.

En la primera carta, el sr. Sánchez acusó a la “derecha” y a la “ultraderecha” de instrumentalizar la justicia (lawfare) para acabar con el adversario político, una acusación gravísima en democracia, especialmente si procede del propio Presidente de Gobierno y no la puede probar. Pero además, esta acusación resulta profundamente hipócrita por quien se niega a que los jueces sean elegidos entre sus pares en vez de por políticos de turno, al tiempo que nombra a la máxima autoridad de la fiscalía entre sus más próximos colaboradores sin ningún tipo de recato. La carta tenía sesgos dramatúrgicos que le llevaban a plantearse su continuidad en el cargo, por su supuesta ofensa al honor de la pareja de “un hombre profundamente enamorado”.

En la segunda epístola a los españoles esas connotaciones líricas han pasado a ser más prosaicas para terminar convirtiéndose en una arenga a sus huestes hastías de tanta podredumbre y falsedad. Ya no nos habla de amor, ni de la afrenta al honor; ya sólo nos habla de votos, de poder y de resistir. Se nos fue Lope y vino Calderón. Pero quizás lo que está destinado a suceder termine por encontrar una forma mágica y maravillosa de manifestarse. Quizás –y solo quizás– el maktub cumpla su propósito en forma de votos el próximo domingo en las urnas.

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