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A Sánchez se le caen los palos del sombrajo

Feijóo y Dolors Monserrat.

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Esta vez el más “pillo” ha sido Alberto Núñez Feijóo. Escondió sus sondeos y dejó que crecieran las expectativas del empate que Pedro Sánchez fue engordando con la teoría de la remontada. Incluso el jefe de la campaña de los populares, Esteban González Pons, habló en un acto de empate. “Error de campaña”, dijeron desde su cuartel general (Jajajaja). No fue tal, era un señuelo más para llevar al PSOE hacia la trampa de las tablas.

Todo ha salido según lo esperado por los genoveses. El PP gana con una distancia sólida de cuatro puntos. Al socialismo se le agria la cara al no alcanzar su objetivo. Además, el centro y la derecha junto (PP, Vox y SALF) tiene 31 diputados que marcan la línea de la mayoría absoluta de los 61 eurodiputados españoles. Los de Feijóo tienen casi 800.000 votos más que los de Sánchez. Victoria incontestable. La entrada de Génova 13 es la cara de felicidad de millones de españoles que ven más cerca el final del túnel sanchista.

A Sánchez se le ha hundido el chiringuito que había levantado sobre la teoría del fango y el miedo a la ultraderecha. Ya no cuelan sus trapacerías. Ni la utilización de su esposa, Begoña Gómez, para levantar sus aspiraciones este 9J, le ha dado alas. La amnistía y la corrupción socialista y de su propia mujer le han pasado factura. Grande. Ni la soberbia del presidente, ni su proverbial optimismo pueden tapar esta derrota.

Los datos son tozudos. Insisto: casi 800.000 votos PP saca a PSOE. Cuatro puntos de distancia. La deriva descendente de Sánchez es incontestable. Las ganas del mandamás socialista por derrotar a Feijóo y a Santiago Abascal se han hecho añicos. Su lechera se la ha caído y se ha derramado la leche que iba a vender para comprar la vaca. Se acabó el cuento. Ha pasado de rico en sueños a la pobreza real de no haber tenido votos ni para ganar ni, tan siquiera, empatar. Ha vuelto a mentir a los suyos y los españoles. ¿Y ahora qué? Pues a seguir en su obsesivo síndrome de La Moncloa. Un suma y sigue en su debilidad. Si tuviese conciencia, haría como Macron en Francia y convocaría elecciones.A.M.BEAUMONT

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