Pedro y Yolanda lloran sus desgracias
Pedro Sánchez sabe que su proyecto futuro es seguir unos meses más en La Moncloa. La derrota en las europeas (después de haber perdido en municipales, autonómicas y generales) no le deja otra salida que gestionar su caída definitiva. Le cerca, además, la corrupción. Emiliano García-Page ya ha avisado de que "no hay que tener voluntad de eternizar lo inviable".
La portavoz socialista, Esther Peña, ha dicho que "resistir es vencer", rezando para que pasada la etapa electoral la labor gubernamental permita a su líder levantar cabeza. Igual opina Yolanda Díaz, tras su enésimo fracaso en las urnas: dimite de sus cargos en Sumar con la esperanza de enderezar su rumbo como ministra. En realidad, si se mira bien, todo esto no son más que excusas para "ir tirando", aunque sea "agarrados a un clavo ardiendo". El coche oficial, es el coche oficial.
Sánchez ha entrado en esa fase de los presidentes donde la moneda siempre cae de cruz. Llámesele 'síndrome de La Moncloa' o 'la lógica de derrota en derrota hasta el desastre final'. Ha perdido la legitimidad. Tiene potestas pero no auctoritas. "Resistir", "Nunca nos doblarán", "Seguimos con ganas", tópicos políticos de los que se saben camino del olvido.
Ni Sánchez ni Yolanda van a arreglar su imagen sentados en el Consejo de Ministros porque, entre otras cosas, su debilidad, enfrentamiento y la moción de censura de los españoles en las urnas no les permiten dar más de sí. Como dijo Felipe González una cosa es estar en el Gobierno y otra gobernar. El ciclo ha cambiado y al socialismo, como consuelo, sólo le queda Cataluña. A.M.BEAUMONT