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Diez años con Felipe VI: Monarquía contra viento y marea

Su reinado se ha desarrollado en un clima político adverso institución como parte de un plan perfectamente trazado con un objetivo mayor: si cae la Corona, cae la Constitución de 1978

El rey Felipe VI y la reina Letizia

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Felipe VI cumple una década como Rey de España, un cargo al que accedió en circunstancias complicadas y que ha tenido que ganarse día a día contra viento y marea. En este tiempo ha tenido que superar herencias recibidas muy indigestas y obstáculos sobrevenidos que no se lo han puesto precisamente fácil, pero que ha logrado superar con una nota muy alta y con el consenso en torno a su figura que reflejan las encuestas.

Su reinado se ha desarrollado en un clima político adverso hacia la Monarquía, con elementos dentro de propio Gobierno de España (Podemos y Sumar) declaradamente antimonárquicos que no han perdido ocasión para intentar minar a la institución como parte de un plan perfectamente trazado con un objetivo mayor: si cae la Corona, cae la Constitución de 1978.

Además, los separatistas catalanes y vascos, que siempre han negado el papel del Rey como jefe del Estado, han tenido un protagonismo inédito en la gobernabilidad de España gracias al papel que Pedro Sánchez ha decidido otorgarles como socios preferentes del Gobierno. Y ese poder sobrevenido se ha traducido también en una mayor presión contra el Rey. Más aún cuando Felipe VI, cumpliendo con su obligación como Jefe del Estado, tuvo su momento más brillante en aquel discurso contra el 1 de octubre y el procés en defensa de la Constitución.

Es cierto que Juan Carlos I, el Rey emérito, se lo ha puesto fácil a los detractores de la Corona. Su escandaloso comportamiento, con comisiones y cuentas millonarias en el extranjero y una vida extramatrimonial nada edificante, ha dado argumentos a la izquierda para tratar de acabar con la institución.

La infanta Cristina y su ex marido, Iñaki Urdargarín, también han colaborado en el descrédito de la Corona, hasta el punto de, a modo de cortafuegos, tener que apartarlos de la Familia Real y desposeerlos de sus títulos nobiliarios.

Felipe VI ha tenido que capear con tiento y delicadeza el temporal, en un equilibro inestable sobre el alambre. Su ejemplar comportamiento tanto en la esfera pública como en la privada ha sido clave en ganarse el puesto y recuperar la imagen y la legitimidad de la Monarquía frente a los ataques de la izquierda. También ha tenido la habilidad de no sucumbir a cantos de sirena de algunos sectores de la derecha que le han pedido en ocasiones superar su función constitucional.

El Rey ha sabido entender además desde el primer momento que la Corona debía actuar con mayor transparencia, rindiendo cuentas y sometiéndose a un mayor escrutinio de su actividad, sus ingresos y sus gastos. Felipe VI ha ganado el plebiscito de la calle. Ha encontrado en los ciudadanos el respaldo que le ha faltado desde el Gobierno. Y ha hecho olvidar esas herencias familiares que tanto le han lastrado. La nota de este primer examen parcial, diez años de reinado, es de un notable muy alto o incluso un sobresaliente.

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