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¿Agoniza la democracia?

La línea recta sobre la que íbamos a construir los cimientos de una sociedad justa, solidaria y decente se está transformando en una peligrosa y resbaladiza diagonal

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Se supone que la democracia es el poder del pueblo, y que las decisiones se toman entre todos a través de la delegación que hacemos con nuestro voto a una serie de representantes que, en teoría, deberían gobernar según la voluntad de la mayoría. Si nos atenemos a esta premisa, no queda otra que admitir que la democracia como sistema, se ha degradado de tal manera que está al borde de la defunción. Y no me refiero sólo a nuestro país sino a toda Europa.

Lo que estamos viviendo ya no es que sea preocupante, es francamente peligroso: dirigentes políticos que no cuentan con el respaldo de la mayoría estigmatizando a partidos que, nos gusten o no, son tan legales como el resto; injerencias descaradas del poder ejecutivo en el judicial; personajes siniestros haciendo negocios a costa del bienestar del conjunto de la sociedad; compra-venta de apoyos al precio que sea; adoctrinamiento por parte de quienes consideran que los escaños son trofeos que les dan vía libre para hacer y deshacer lo que les sale de las narices; manoseo de leyes para que se amolden a la situación que más conviene a quien gobierna en cada momento… y todo bajo el amparo de una supuesta “democracia” convertida en instrumento para justificar cualquier cosa que hagan quienes consideran que somos los ciudadanos lo que estamos a su servicio y no lo contrario.

La única esperanza que nos queda es que en mitad de esta cuesta abajo haya un valle con un suelo firme que nos permita tomar impulso para salir a flote

El panorama es de todo menos alentador, sobre todo porque hoy por hoy, no parece que haya demasiadas alternativas. La linea recta sobre la que supuestamente íbamos a construir los cimientos de una sociedad más justa, solidaria y decente se está transformando en una diagonal por la que nos vamos deslizando hacia vaya usted a saber dónde.

La esperanza que nos queda es que en mitad de esta cuesta abajo haya un valle con un suelo firme que nos permita tomar impulso para salir a flote y no una charca de arenas movedizas con pajaritos en chándal dispuestos a utilizarnos como leña para alimentar la hoguera de sus vanidades