La omertá sobre Biden que horroriza

La imagen senil de Joe Biden en su debate televisivo con Donald Trump recorre las portadas y abre los informativos de todo el mundo. Los demócratas están temblando. Se le pide al presidente estadounidense que tire la toalla. Pero, aunque se le sustituya, ¿cómo se va a poder borrar la idea entre los ciudadanos estadounidenses de haber mantenido una enorme ficción para que no se viese que al frente de Estados Unidos estaba una persona que no reunía las condiciones mentales para gobernar? Lo más probable es que con cambio o sin cambio, Trump vuelva a La Casa Blanca en noviembre.

Pero, este tema de salud de Biden, pone de relieve también otro asunto bien interesante. ¿Cómo puede ser que en "democracias de audiencias" en las que todo se televisa puedan trazarse zonas de oscuridad sobre los líderes en aspectos que les invalidarían para el mandato público que tienen encomendado?

Transitamos por un complejo mundo político democrático -cómo serán las cosas en sistemas autoritarios- donde se nos llena la boca hablando de transparencia y, luego, los secretos más enormes pueden esconderse bajo siete llaves por los equipos mandamases sin que nadie se salte la omertá dictada.

La política se ha profesionalizado a tales niveles, arrinconando la vocación, que, en realidad, las maquinarias políticas siguen cada vez más las prácticas sectarias donde sólo el guion escrito por aquellos que guían llega a la 'feligresía'. La polarización de las ideas a conciencia hace que todo se divida y deje de importar la racionalidad: llevo esta camiseta y desprecio las otras. Hay un bien y un mal que depende del color del cristal ideológico por dónde lo mire. Biden es visto con demencia incapacitante, pero, si se presenta, millones de compatriotas le votarán simplemente para que no gane Trump. A.M.BEAUMONT