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LA MIRILLA

Sánchez atornillado a La Moncloa

Sánchez, atornillado en La Moncloa

Sánchez, atornillado en La MoncloaEDUARDO PARRA

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El Gobierno de Sánchez se esfuerza en 'vender' que el acuerdo del CGPJ va a suponer un empujón para alargar la legislatura. El presidente se ufana en asegurar, cada vez se le presenta la ocasión, que las elecciones generales serán en 2027. Su fama de resistente afianza la creencia de que para sacarle de La Moncloa habrá que desatornillarle. Además, los sondeos le dan nones y adelantar las urnas podría suponer para el PSOE abandonar el poder monclovita justo cuando tanto mando ha perdido en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas. Un desastre interno, vamos.

Sin embargo, pese a repetir sin cesar los cuadros socialistas y su líder que pierdan toda esperanza aquellos que esperan como agua de mayo el reconocimiento de legislatura fallida y la convocatoria a votar este otoño, pocos les creen. Al revés, la pertinaz negación conduce a la convicción de que el presidente está escondiendo sus cartas que le señalan que no tiene otra oportunidad que apretar el 'botón nuclear' del anticipo de comicios. 

Desde luego, con la debilidad parlamentaria hoy del Gobierno de coalición, pocas cosas va a poder llevar adelante. Diría que ninguna más, una vez aprobada la ley de Amnistía. Enredarán con la "regeneración democrática", sí, aunque Junts y el PNV nunca van a permitirle extralimitarse en su fijación contra los medios críticos. Los Presupuestos, principal obligación para la gobernanza de cualquier político con cierto nivel de servicio público, están imposibles. Ni sus propios socios son capaces de ponerse de acuerdo en las cuentas. Su coaligado, Sumar, se está diluyendo como un azucarillo en agua. Y la corrupción les hunde. Todos son datos negativos para alargar demasiado una agonía que puede desembocar, si se le da carrete, en debacle histórica. Porque, además, Sánchez no es un líder querido por los españoles y su respaldo siempre ha sido escaso.  

Y por si no tenía suficientes nubarrones Sánchez, ahora empieza a torcérsele la investidura de Salvador Illa en Cataluña que era de las pocas bazas positivas que el socialismo podía presentar en su currículum. Por medio se les ha metido una Marta Rovira, en el exilio como Puigdemont, que manda mucho en ERC y que no está dispuesta a darle las llaves de la Generalitat al PSC. Illa, al igual que Sánchez, había diseñado un paseo militar de la mano de Oriol Junqueras hacia un 'govern' tripartito de izquierdas. Pero, la “dura” Rovira, con mayor peso cada día, les ha aguado los planes. Así que ni Cataluña supone ya un alivio para el mandamás del PSOE. A.M.BEAUMONT

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