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LA MIRILLA

El "pajaporte" de Sánchez

“Lo verde empieza en los Pirineos”, vuelve. No es una broma

El ministro José Luis Escrivá

El ministro José Luis Escrivá

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A este Gobierno de Sánchez le gusta tanto la libertad que va a hacer a los españoles pedir permiso hasta para ver porno. “Lo verde empieza en los Pirineos”, vuelve. No es una broma. Al gabinete progresista se le ha ocurrido, para proteger a la infancia de la pornografía, crear un pajaporte (así ha sido ingeniosamente bautizado en las redes) para que los adultos obtengan validación administrativa para ver contenidos de mayores. La Sanchista Inquisición, en su afán por proteger a la gente, dará un salvoconducto a todo aquel que desee visitar una página “X”. Así los menores de 18 años no se verán perturbados por contenidos que les trastornan.

Por supuesto, ¿quién en su sano juicio no va a estar de acuerdo en defender a niños y niñas del asalto pornográfico que viven en la plaza pública de Internet? Pero esto no debería llevar a ningún gobernante a tomar atajos que más bien parecen instaurar una barrera global para todos (pequeños y grandes). El progresismo está tan preocupado por garantizarnos la felicidad que pronto vamos a ver instaurar el Ministerio de cultura woke que asegure decisiones personales en el sentido “correcto”. El sanchismo nos ama tanto que no quiere que nos equivoquemos.

Además, ¿quién garantiza la seguridad de esos datos recabados por la administración? Por supuesto, el Gobierno dice que son totalmente secretos, solo faltaría, pero al tener que solicitar el “pajaporte” aportando un DNI electrónico siempre se podrá trazar una peligrosa línea de uso. Además, se abre un portón enorme con esta limitación de libertades civiles, puesto que nadie podrá ya asegurar que más adelante el Consejo de Ministros no delibere, por el bien de los españoles, crear listas bancas y negras de asuntos controvertidos y que tanto ocupan a Sánchez como la “contaminación” ideológica (a la infancia) o los “bulos” (de la fachosfera). Dios nos salve de quien no quiere vernos equivocados.

A. M. BEAUMONT

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