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EDITORIAL

Feijóo capta el mensaje: la inmigración necesita respuestas

El líder del PP ha puesto el dedo en la llaga al calificar de “situación límite” la llegada de inmigrantes irregulares. Hasta ahora la inmigración ha sido un tema que la izquierda ha convertido en tabú

Alberto Núñez FeijóoLaya

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Alberto Núñez Feijóo ha lanzado un mensaje de mucho calado político, pero sobre todo social, sobre el problema de la inmigración. El líder del PP ha puesto el dedo en la llaga, al calificar de “situación límite” la llegada de inmigrantes irregulares y ha pedido “ayuda” a la Unión Europea para “controlar” la inmigración irregular.

Más allá de sus palabras, el mensaje cobra especial relevancia por el momento en el que lo pronuncia. Hasta ahora la inmigración ha sido un tema que la izquierda ha convertido en tabú, de tal manera que solo se puede abordar desde la perspectiva demagógica de fronteras abiertas y papeles para todos.

No hace mucho el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, abogaba por derribar las vallas de Ceuta y Melilla. Plantear un control mayor convertía automáticamente al que lo hiciera en un peligroso fascista y en un xenófobo.

Los partidos que gobiernan o aspiran a gobernar en Europa no pueden mirar a otro lado ante este problema por una sencilla razón: preocupa cada vez más a los ciudadanos que viven en sus carnes las consecuencias de una inmigración descontrolada.

No hace falta especular al respecto. Hace unos días, Marine Le Pen ganó en Francia la primera vuelta de las elecciones legislativas. Según la inmensa mayoría de los analistas, sus propuestas para controlar la inmigración tienen mucho que ver en ese triunfo. Y no porque sean buenas o malas o regulares sino porque son las únicas.

El centro-derecha de Macron y el Nuevo Frente Popular que aglutina a toda la izquierda, no sólo no plantean soluciones sino que practican el negacionismo del problema y siguen anclados en esos planteamientos de permisividad y tolerancia desmedida con la inmigración. Mientras, los que más sufren el problema, es decir, las clases trabajadoras y la clase media, van acumulando un enfado cada vez más patente contra esos políticos que niegan lo que ven sus ojos o padecen en sus carnes. Y el resultado es el triunfo de las opciones extremistas, como Le Pen, que les escucha y les ofrece soluciones.

Feijóo ha captado el mensaje y parece dispuesto a coger el toro por los cuernos. Es valiente y arriesgado hacerlo porque la izquierda demagógica va a tratar de utilizarlo en su contra, acusándole de ser un fascista o estar entregado a la extrema derecha. De hecho ya ha comenzado a hacerlo.

Hay que pedir al líder del PP que pelee esa batalla. Debe hacerlo por su país en primer lugar, pero con la convicción de que lejos de hacerle caer en las encuestas puede darle un empujón hacia la Moncloa.