Capellán y Escobar, las dos almas del PP en La Rioja

Gonzalo Capellán, presidente de La Rioja, es un político que ha elegido vestir de gris. Un antiguo maestro joven. En los tiempos que corren, en los que vivimos en democracias de audiencias, la elección del líder del PP riojano, desde luego, resalta. Es un gris chillón. Un intelectual de imagen fría. Dicen aquellos que le conocen bien que es hombre poco social, dado al individualismo. Ha caído en esto de la vida pública como un paracaidista en territorio enemigo que no sabe bien qué pinta.

A diferencia del presidente autonómico, el alcalde de Logroño, Conrado Escobar, es un político expansivo, cercano y empático. Sus modos atraen a la gente y no dejan indiferentes. Podría decirse que el primer edil de la capital de La Rioja se mueve en su cargo como pez en el agua. Es querido y respetado por una gran parte de sus vecinos. Está en todo y nada se le escapa. Su equipo, numeroso, se muestra seguro a su lado y dispuesto a seguirle allá donde decida ir. Ha almacenado en este año que lleva en el Ayuntamiento triunfos de quien ha sabido coger las riendas de un municipio que había sido asolado por la izquierda.

Ambos cargos populares, tan cerca aunque tan lejos, dibujan las dos almas del PP. En ocasiones, los analistas políticos hablan de las dos caras de los dirigentes populares. Se contraponen las líneas de políticos duros y blandos. “Halcones” y “palomas” son descripciones que corren ríos de tinta para definir a genoveses. Pero, en realidad, dentro del Partido Popular, si por algo pueden dividirse a sus mandatarios, son entre aquellos que consideran que la gestión es el todo de su práctica diaria y otros que creen que, además de gestionar, deben ver y ser vistos, llorar con los que padecen y reír con los que disfrutan.

A. M. BEAUMONT