Cumbre de la OTAN: las cosas empiezan a ponerse complicadas
Mientras usted y yo disfrutábamos del jolgorio futbolero de la Eurocopa, se ha celebrado en Washington la última cumbre de la OTAN. Los 32 países miembros, entre ellos España, y las naciones invitadas Australia, Japón, Corea del Sur, Nueva Zelanda -los llamados, IP4- y Ucrania, debatieron sobre las principales amenazas del actual escenario internacional. Lo hacían conscientes de la extraordinaria importancia del encuentro. Señores, las cosas empiezan a ponerse complicadas en el Mundo. Quizá estemos viviendo la situación más compleja desde la caída del Muro.
Con la total disolución de la URSS, hemos vivido más de 30 años de relativo equilibrio global auspiciado por una superpotencia que ejercía de “policía del Mundo” en solitario. En estos años, EE. UU. ha proyectado su poder y ha mantenido la estabilidad internacional sin oposición geopolíticamente relevante. Su autoridad económica, cultural y militar mantenía a raya los movimientos potencialmente peligrosos para Occidente.
Sin embargo, existen países que no quieren resignarse al “dominio occidental” como única receta para el orden mundial, y desde hace un par de años – digamos, febrero de 2022- han estrechado sus lazos e intervienen aún más agresivamente en el espacio internacional.
El plantel de esta alternativa no tiene desperdicio: la dictadura del partido comunista chino, un autócrata con aspiraciones zaristas, el heredero de una saga familiar de sátrapas, y una teocracia islámica. A estos se suman gobiernos títeres y oportunistas varios de todo el globo. Cada cual aporta su granito de arena a la construcción de un nuevo orden mundial en el que el papel de Occidente, con EE. UU. a la cabeza, sea significativamente menor y, si se les deja, nulo.
El frente más cercano y complejo de esta ofensiva es Ucrania. Una guerra en suelo europeo con visos de eternizarse por su difícil resolución, y que amenaza con extenderse si se rompe el frágil equilibrio que mantienen los actores implicados.
La propaganda digital, los ciberataques y el apoyo más o menos decidido a partidos y figuras separatistas es parte del "modus operandi" de Putin
Pero existen otros dos escenarios especialmente críticos para España en particular ya que, en su cruzada antioccidental, el gobierno ruso intenta desestabilizar el país desde dentro. No crean que lo hace por una especial inquina hacia nuestra nación, sino porque su estrategia de desestabilización incluye cualquier país europeo, occidental. La propaganda digital, los ciberataques y el apoyo más o menos decidido a partidos y figuras separatistas es parte del modus operandi de Putin. Probablemente, Puigdemont sepa mucho más al respecto que yo.
Y, por si fuera poco, rusos y chinos han encontrado -o les hemos dejado encontrar- un segundo espacio de influencia para amenazar la seguridad
europea: el Sahel, como desgraciado almacén de migrantes hacia el Norte. Con siete golpes de estado en los últimos cuatro años, la zona se ha convertido claramente en un área de control ruso-china, aportando los unos recursos militares que incluyen mercenarios, y los otros dinero, sobornos e inversión. Un golpe de mano que nos ha obligado a retirar apresuradamente nuestras tropas allí presentes hacía una década para ayudar a consolidar la democracia frente al potente yihadismo local.
Y en esa estrategia global del “cuanto peor, mejor”, entran en juego los inmigrantes subsaharianos que, espoleados por la dramática situación de sus países, llegan a nuestras costas y llenan miles de titulares y discusiones políticas. Con perspectiva, lo de menos es que Vox corte relaciones con el PP por haber acordado éste el reparto de inmigrantes de Canarias al resto de regiones del país.
Esta vez el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha estado a la altura al solicitar en la cumbre atlántica un mayor compromiso de la OTAN en el Sahel porque a medio plazo será una situación agobiante para los países del Sur de Europa y a corto supone una gran dependencia de nuestra última línea de defensa: Marruecos, que en su mano tendrá el grifo migratorio con el que presionar nuestra frontera Sur. A España le urge una mayor determinación diplomática exterior y una cuidada política migratoria interior. Como les digo, las cosas empiezan a ponerse complicadas en el Mundo.