La impúdica Begoña Gómez, Mbappé y Broncano

David Broncano en TVE va a cobrar lo mismo que Kylian Mbappé en el Real Madrid: 14 millones por temporada. La diferencia entre ellos -grande, sin duda- es que al primero el sueldo se lo pagamos todos los españoles con nuestros impuestos, mientras que al astro francés es el club quien pone el dinero.

Encima, como el futbolista no tenga resultados positivos, es decir, no haga campeón al equipo blanco, la grada del Santiago Bernabéu se lo recriminará cada semana; sin embargo, el contrato del cómico está blindado haga lo que haga sin posibilidad siquiera de retirar el programa si es un pestiño. El “capricho Broncano” de Pedro Sánchez nos sale por un ojo de la cara. Si bien, como dijo Carmen Calvo: “El dinero público no es de nadie”.

Los “caprichitos” del presidente del Gobierno salen del bolsillo de los españoles. Sí. Pero, también los de su esposa, Begoña Gómez. Mientras Sánchez este miércoles aleccionaba a los diputados sobre “regeneración democrática”, la mente de Sus Señorías volaba hasta la noticia que se acababa de conocer de la remisión al juzgado por parte de la Universidad Complutense de Madrid de la denuncia a su mujer por indicios de delito de apropiación indebida. Hablamos de tres contratos en sospecha por importes de 24.200 euros, 18.148,79 euros y 60.500 euros. ¿Alguien puede explicarse que una institución pública permita gastar sin control alguno 102.848,79 euros a no ser que seas la “Presidenta del Gobierno”? Otro frente judicial más abierto. ¿Es la Complutense también un sindicato ultraderechista? La Moncloa deberá inventarse otro argumento.

Y para poner la guinda a lo impúdico, leo en “The Objective” una información de la excelente periodista Teresa Gómez sobre los gastos de comidas que la señora del presidente ha ido pasando a la Universidad madrileña. Como para caerse la cara de la vergüenza. “Menús degustación” de 388,80 euros en restaurantes de lujo cargados por la dama monclovita como gastos de representación. ¿El PSOE va a seguir tapándose la nariz con la excusa absurda de que todo son “bulos”?

A. M. BEAUMONT