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EDITORIAL

El juez Peinado resiste ante el acoso sanchista, como Llarena en el procés

Produce vergüenza ajena ver como presionan al juez. Le llaman prevaricador, le ridiculizan, cuestionan todas sus decisiones. Hasta ahora han fracasado.

Pedro Sánchez con Begoña GómezKCS

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La verdad es que da vergüenza escuchar y leer las cosas que se están diciendo y escribiendo contra el juez Peinado. Sánchez y su esposa cuentan una legión de defensores: abogados, fiscales, juristas de reconocido desprestigio (como el ex juez Garzón), periodistas, medios de comunciación, Sumar y el resto de socios del Gobierno, el propio Consejo de Ministros y el PSOE.

Entre todos nos quieren hacer creer el juez instructor del ‘caso Begoña’ ha cometido el delito de imputar a Begoña Gómez y el sacrilegio de llamar a declarar como testigo a Pedro Sánchez. Es de esos jueces que deben de creerse que la Justicia es igual para todos.

Produce vergüenza ajena ver como presionan al juez. Le llaman prevaricador, le ridiculizan, cuestionan todas sus decisiones y se meten en su vida privada hasta el punto de escudriñar a su familia, desvelar dónde reside y rebuscar en registro de la propiedad a ver si le encuentran algo, lo más mínimo, por donde meterle mano.

Hasta ahora han fracasado. Esperemos que Peinado roce la perfección y que nadie descubra que robó unas chuches pocos días después de hacer la Primera Comunión. Estaría acabado.

Bromas aparte, porque la cuestión no tiene ninguna gracia, el acoso periodístico y político al que está siendo sometido el juez Peinado recuerda al que sufrió en su día el juez Llarena, instructor de la causa por los delitos cometidos durante el procés. La prensa catalana oficialista y los políticos independentistas atacaron sin piedad de la misma manera y con las mismas malas artes que la prensa sanchista y los socialistas y sus socios está arremetiendo contra Peinado.

La complacencia con el poder y con las sospechas de corrupción por parte del poder es el mayor pecado que puede cometer un periodista contra su profesión. Es preferible excederse en la crítica que quedarse corto. Porque más allá incluso de que la cuestión judicial pueda acabar en nada, hay unos hechos que desde el punto de vista de la limpieza democrática y la ética política no son admisibles.

En todo caso, el juez Peinado está aguantando carros y carretas. Esperemos que mantenga esa resistencia casi heroica para proseguir con la investigación, que es algo elemental en un Estado de Derecho. De lo contrario, si el sanchismo logra derrumbarle, estaremos ante la impunidad total de Sánchez y ante un deterioro quizás irreversible de la democracia.