LA MIRILLA
El escandaloso parecido de Begoña Gómez con la directora de las Mujeres
Las esposas y esposos de los políticos “tienen derecho a comer”. Por supuesto. Y, seguramente, lo hacen como mínimo tres veces al día. ¿Quién en su sano juicio desea castigarles a ayunar?
Viene esto anterior a cuento por el paralelismo que se da entre el caso de la mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, y el de la directora del Instituto de las Mujeres, Isabel García. En ambos casos, a quienes han pretendido acusarlas de corrupción, como primer salvavidas, han saltado en tromba sus defensores acusándolos de no permitir que las parejas de los políticos tengan derecho a trabajar, realizarse y, por ello, a percibir remuneraciones económicas. ¿Y cómo no?
Comunidad Valenciana
La directora de la Mujer está “orgullosa” de llevarse dinero y no dimite mientras crece el escándalo
Enrique Martínez Olmos
El problema no es tal, sino que se valgan del cargo público relevante de sus medias naranjas para tener ventajas en sus negocios privados. Ahí está el quid. En el caso de García hablamos de 64 contratos públicos de administraciones gobernadas por el PSOE para crear “puntos violetas”. Toda una vergüenza.
Nadie desea dejar a la esposa de un político con la pierna atada a la cama, pero, tampoco, que por ser vos quién es, haga del despacho del cónyuge un santuario para catapultar dinero público a sus bolsillos familiares. Empresarios que han declarado frente al juez han reconocido que el despacho utilizado por Begoña Gómez para su empresa privada era la misma sede de la Presidencia, La Moncloa.
A. M. BEAUMONT