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Pedro SánchezCarlos Lujan

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El “pleno escoba” ha barrido la alegría del sanchismo con la que deseaba irse de vacaciones. Sus apoyos parlamentarios son cada día más escurridizos. En realidad, la mayoría “progresista” de la que presume desde hace un año, no existe. Puede seguir echando la culpa de sus males al PP, pero a nadie escapa que es su debilidad el mal que atormenta a Pedro Sánchez.

Por curioso resulte el único socio fiable del socialismo es Bildu. Si bien, sus derrotas parlamentarias, muestran también a un Gobierno soberbio que, sabedor de su fragilidad, no es capaz de sentarse con los diferentes grupos en el Congreso para negociar que los temas realmente importantes -la ley de Extranjería o el techo de gasto, este miércoles- puedan salir adelante.

Sánchez, al que las derrotas le sacan de quicio y las esquiva cuanto puede, pese a tener previsto acudir a la Cámara Baja, visto el percal, torció el gesto y tras una nueva rabieta hizo mutis por el foro. Fue, otra vez, el novio a la fuga. El presidente ni se pasó por la Carrera de San Jerónimo.

Este jueves, al revés, estará en Barcelona para vestir de gala el que ya se da por cerrado pacto para abrir la investidura de Salvador Illa como nuevo presidente de la Generalitat. ERC había pedido que el presidente del Gobierno acudiese al Principado como “gesto” de la “singularidad” de Cataluña, y allí se va a quemar sus naves para a liquidar la deuda que tiene pendiente la Comunidad con el Estado. Sánchez, contra el mundo entero por aguantar unos meses más en La Moncloa.

A. M. BEAUMONT