Venezuela y el papel de España: el silencio del PSOE ayuda a Maduro
Durante los últimos 25 años de bolivarismo ininterrumpido, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) ha ido socavando las instituciones venezolanas manteniéndolas bajo su control, lo que le ha permitido obtener supermayorías en la Asamblea Nacional desde la que operan sin ataduras opositoras.
Convertida la separación de poderes en un chiste de mal gusto, acosada cualquier tipo de alternativa política, y con el apoyo de un ejército paniaguado y servilista, Venezuela ha avanzado sin prisa, pero sin pausa hacia el paraíso socialista disfrutando hoy de hiperinflación, desabastecimiento, delincuencia y corrupción generalizadas. Los cerca de ocho millones de emigrantes repartidos por el Mundo son la prueba viva de ese éxito bolivariano, que personajes como Monedero o ZP jalean con amplias sonrisas en su cara.
Lo que hace especial este sufragio es que la oposición ha abandonado su estrategia de boicot electoral presentándose unida bajo la candidatura de González Urrutia, y que Maduro ha perdido masivamente el apoyo popular, lo que obligaría a la maquinaria bolivariana a un sobreesfuerzo de manipulación de los resultados.
El escenario más esperanzador podría darse si Maduro y Diosdado Cabello aceptaran su derrota pactando su salida (logrando inmunidad para ellos y sus partidarios más afines) en los seis meses de traspaso de poderes que prevé la ley venezolana. No obstante, pocos analistas apuestan por esta posibilidad.
Si no se aceptan los resultados, es previsible un endurecimiento del régimen con acciones represivas más directas y hasta el inicio de un conflicto armado con Guyana por el disputado territorio del Esequibo como cortina de humo.
Cualquier solución a la crisis en Venezuela pasará por la acción interna de la oposición, pero debería contar con un firme apoyo internacional, promovido especialmente por España. La enmudecida actitud del PSOE y de sus aliados de izquierdas ante el drama que están viviendo millones de venezolanos da cuenta de la escasa altura moral de sus dirigentes y pone a nuestro país en una posición vergonzosa ante nuestros hermanos americanos.
El desconocimiento no es excusa cuando los emigrantes venezolanos con los que convivimos nos relatan cara a cara los continuos cortes en suministros, las colas para acceder a supermercados desabastecidos, la inseguridad imperante… que se sufre allá. Sin Zapatero, ni Delcy es difícil explicar un posicionamiento tibio en relación a Venezuela. El tinglado bolivariano empieza a hacer aguas, y cuanto más tiempo pase, más retratados quedarán los que miran para otro lado.