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EDITORIAL

París 2024, metáfora de España: la pareja presidencial vs la pareja Nadal-Alcaraz

Nadal y Alcaraz representan lo mejor de nuestro país: la genialidad, el talento, el sacrificio, el tesón, la honorabilidad. Por el contrario, Pedro Sánchez y Begoña Gómez son la cruz de esa misma moneda llamada España

Sánchez con Begoña Gómez en los JJOO de París

Sánchez con Begoña Gómez en los JJOO de París

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Dice el refrán que las comparaciones son odiosas. Y es cierto. Este fin de semana, con los Juegos Olímpicos en marcha, hemos visto en París a Pedro Sánchez y a su esposa, Begoña Gómez, al mismo tiempo que Rafael Nadal y Carlos Alcaraz se batían el cobre tanto en el torneo de dobles como en el del cuadro individual. Terrible metáfora de nuestra España, capaz de lo mejor y lo peor al mismo tiempo.

Nadal y Alcaraz representan lo mejor de nuestro país: la genialidad, el talento, el sacrificio, el tesón, la honorabilidad. Una pareja ejemplar dentro y fuera de la pista, con los que nos emocionamos y sufrimos. El balear merece una despedida por todo lo alto en París como homenaje a lo que ha sido, es y será siempre. El murciano, como heredero, representa el presente de nuestro país y la esperanza en el futuro. Y juntos, parecen imbatibles.

Por el contrario, Pedro Sánchez y Begoña Gómez son la cruz de esa misma moneda llamada España. Ellos representan la ambición desmedida por el poder, la falta de escrúpulos y la ausencia de principios. La sombra de la corrupción les acecha mientras ellos vuelan en Falcon, con los pies muy por encima de la tierra, de la batida de París y de la asfaltada de cualquier pueblo o ciudad española.

Pedro y Begoña se plantaron en París este fin de semana huyendo de la realidad que les acecha, ajenos aparentemente al juez Peinado, a la cátedra de la Complutense y a la citación de Sánchez. El presidente, es público y notorio, vive obsesionado por cómo pasará él a la historia. Tiene miedo a que se le recuerde como lo que es, el hombre aterrorizado con perder el poder que compró su investidura a un prófugo.

Nadal es todo lo opuesto a eso. No vive preocupado por cómo pasará a la historia porque tiene la seguridad de que ocupará un lugar privilegiado, el que se ha ganado a pulso. No tiene miedo a perder porque sabe que después de una derrota viene enseguida la oportunidad de una victoria. Alcaraz, tres cuartos de lo mismo. Pese a su juventud ya tiene también un rincón con asiento de oro en la memoria de los españoles.

Sánchez y Begoña son un borrón en nuestra historia y con el tiempo no serán más que una mera anécdota de la que avergonzarse. Nadal y Alcaraz, lo opuesto, ya son leyendas vivas que pasean el nombre de España por el mundo y que nos llenan de orgullo.

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