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EDITORIAL

¿Se ha pasado Sánchez esta vez de frenada? Amago de motín en el PSOE y en ERC

Sería un fracaso monumental para el ególatra de la Moncloa que no saliera adelante el acuerdo. Y hay motivos para pensar que se puede abortar en el último instante. No por las críticas internas, que al final serán sepultadas por el oficialismo sanchista, sino por la propia ERC

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a una comparecencia

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a una comparecenciaEDUARDO PARRA

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No ha gustado nada ese acuerdo fiscal entre el PSOE y ERC, “magnífico para España y para Cataluña” (dicho así, como si fueran dos países diferentes) que servirá para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat. No ha gustado en ningún sitio más que en esa región y en la Moncloa. Ni siquiera en el PSOE ha gustado un pelo. Tanto es así que a la crítica esperada de Emiliano García-Page se han sumado esta vez otros barones socialistas, de forma muy tímida eso sí, pero significativa teniendo en cuenta la unanimidad norcoreana que suele respaldar las decisiones del líder.

Es lógico que no guste ni a los propios socialistas el acuerdo que deja a Cataluña con una suerte de concierto al estilo del vasco, es decir, fuera del sistema común. Si se consuma el acuerdo, esa región “tan importante”, como decía hace pocas fechas Sánchez en una entrevista en La Vanguardia, recaudará el 100% del IRPF y pactará con el Estado una cantidad que entregará para la caja común y que, evidentemente, será mucho menor que lo que aporta ahora. Es decir, se rompe la solidaridad entre regiones y la igualdad fiscal de los ciudadanos, con un agravio importante para el resto de comunidades autónomas que, al parecer, no son tan importantes como la catalana.

Así que los barones se oponen, como es lógico y normal. Aunque no es esperable ninguna heroicidad, al menos sirve para dejar constancia de que el acuerdo con ERC no solo no es “magnífico” sino que es impresentable, profundamente insolidario y perjudicial para el conjunto de España. Dice Page que está seguro de que esa medida no va a salir adelante. Es posible que tenga razón, pero no será por la voluntad de Pedro Sánchez, que vuelve a demostrar que nada le frena, que no hay límites a su ambición. Se ha vuelto a retratar una vez más, acabe como acabe esta película.

Sería un fracaso monumental para el ególatra de la Moncloa que no saliera adelante el acuerdo. Y hay motivos para pensar que se puede abortar en el último instante. No por las críticas internas, que al final serán sepultadas por el oficialismo sanchista, sino por la propia ERC que este mismo viernes decide, en una consulta a sus bases, si acepta el acuerdo de Gobierno o no. Y no hay nada claro.

Quizás Pedro Sánchez se ha pasado de frenada esta vez. La situación le ha llevado a asumir mucho riesgo porque, acosado por la corrupción y sus propias mentiras, necesita como el comer la investidura de Salvador Illa en Cataluña e intentar reforzar su imagen y de paso reforzar la marca PSOE allí, el principal granero de votos que le ha permitido permanecer en el poder. Si le sale mal, su estrategia se cae y cada día le va a resultar más complicado estirar la legislatura.

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