LA MIRILLA
El repugnante Zapatero y la borrachera de Puigdemont
Tic-tac, tic-tac, tic-tac. El reloj avanza y hay dos momentos que se hacen esperar. Uno de ello es la vuelta del fugado de la Justicia, Carles Puigdemont. Ha sido anunciar su regreso a España y ponernos todos a especular. “Viene a ponerlo todo patas arriba”. “Si lo detienen, Cataluña se va a incendiar”. Los agoreros de siempre anuncian la plaga de langostas que nos amenaza. Pero el vino de Puigdemont cada vez tiene menos grados. Veremos si al final las expectativas son tan altas que cuando llegue no pasa nada más que ver a Salvador Illa coronarse nuevo “president” de la Generalitat de Cataluña para él iniciar el camino de la retirada que anunció si no era investido.
La otra espera es más repugnante. Se trata del silencio cómplice y amoral del ex presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero. Alfonso Guerra lo ha dicho con toda nitidez: “Que apoye al sátrapa no puede deberse a algo decente”. Ciertamente, que ZP se haya ido a Venezuela, como observador invitado por Nicolás Maduro para las elecciones, y guarde silencio después de tantos días sin evidenciar el fraude electoral que se produjo (denunciado hasta por gobiernos de izquierda americanos), pero que tampoco abra la boca para alertar sobre las detenciones y asesinatos represivos de la dictadura venezolana para tapar sus trampas, le coloca en un lugar éticamente insostenible. Una vergüenza absoluta.
A.M.BEAUMONT