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REGRESA 'EL FUGADO'

Vuelve a casa, vuelve (o por lo menos lo intenta)

Carles Puigdemont volverá en las próximas horas a España y no precisamente por la puerta grande como lo hicieron otros. Sabe que lo más probable es que lo detengan y quiere sacar partido de ello aunque perjudique, en este caso, a Illa y su investidura

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En 1977 Josep Tarradellas, uno de los fundadores de ERC, volvía a Cataluña después de 38 años en el exilio. Lo hizo de una manera triunfal, aclamado por una multitud que se congregó en la Plaza de Sant Jaume para darle la bienvenida. Casi cincuenta años después, otro expresidente de la Generalitat se dispone a volver aunque en condiciones muy diferentes por mucho que haya soñado con reeditar aquel histórico «Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí».

Puigdemont prepara su regreso no sabemos si para apoyar la investidura de Salvador Illa o para hacerle la puñeta al candidato, a sus rivales de Esquerra y de paso, a un Pedro Sánchez que puede ver cómo se queda en nada su papel de 'Gran Pacificador'.

Las similitudes entre él y Tarradellas son ninguna: Puigdemont no vuelve del exilio sino de una fuga bochornosa de la Justicia. Tampoco lo hace para ser investido presidente ni mucho menos para contribuir a la concordia y renunciar a sus sueños húmedos de independencia.

En muy poquitas horas sabremos si el todavía líder máximo de Junts consigue pisar suelo español y llegar al Parlament sin ser detenido. No parece probable y él lo sabe. De hecho es la baza con la que juega: la de montar otro espectáculo que lo convierta de nuevo en un titular de esos que tanto le gustan, entre otras cosas porque nos deja una vez más de cara a Europa como el país de chiste malo al que, por desgracia, cada día nos parecemos un poquito más.