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Ucrania retoma la iniciativa contra la invasión de Rusia: las nuevas claves de la guerra

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Ayer se cumplieron 900 días de guerra en Ucrania. Sin cifras oficiales de bajas, el balance estimado es de más de 600.000 muertos o heridos entre ambos contendientes en un conflicto que desde hace aproximadamente un año recordaba a la Gran Guerra de principios del siglo XX. Tras el estrepitoso fracaso de las primeras semanas de invasión rusa y la posterior contraofensiva ucraniana, la guerra había entrado en una fase ralentizada con un frente estático de más de 1.000 kilómetros plagado de campos de minas, trincheras zigzagueantes, búnkeres de hormigón y sacos terreros. Si no fuera por la constante presencia de drones merodeando en el cielo, uno podía confundir fácilmente las imágenes que se reportan desde el frente actual con el Verdún de hace 108 años.

Hace un año, Rusia se apresuró a construir un frente defensivo al Este de Ucrania que resguarda el Dombás y acortaba sus líneas logísticas. Conocedores de su superioridad numérica y en consonancia con su tradición militar, desde entonces, los rusos han lanzado incontables incursiones logrando algunos avances y tomando varias pequeñas localidades a un coste humano altísimo (70.000 bajas sólo en los meses de mayo y junio, según el Ministerio de Defensa británico). 

Con todo, el cuerpo de ingenieros ruso demostró su competencia dotando de una gran solidez a la Línea Surovikin -llamada así por su promotor, el cesado general Serguéi Surovikin- que deja sin posibilidades de tomar la iniciativa a las fuerzas ucranianas, que solo podían aguantar una guerra de desgaste en la que Rusia y sus gigantes magnitudes en casi todos los órdenes (población, capacidad industrial, combustible… abnegación y tiempo) tenía las de ganar.

La nueva estrategia de Ucrania en la guerra

La población ucraniana daba síntomas de cansancio tras dos años y medio de sacrificios, y Occidente de perder el interés en seguir sufragando un conflicto enquistado… Ante la imposibilidad de reconquistar los territorios del Este y con la previsible llegada de Trump a la Casa Blanca, los tambores de conversaciones de paz han resonado con más intensidad en los últimos meses.

Pero Ucrania no tiene nada en su haber con lo que negociar, lo que precipitaría un acuerdo más parecido a una rendición: renuncia a los territorios ocupados del Dombás y Crimea, renuncia al ingreso en la OTAN y status de neutralidad a cambio de alto el fuego y un plan de reconstrucción europeo del país restante.

Pero Ucrania ha vuelto a sorprender a los analistas con una estrategia creativa y bien trazada. Hace seis días, las tropas regulares ucranianas cruzaron la frontera llevando la guerra a suelo ruso por primera vez desde la II Guerra Mundial. Los ucranianos han retomado la iniciativa y expuesto mundialmente las vergüenzas del Kremlin, que aún no ha podido contener la situación y ha perdido el control de 250 kilómetros cuadrados teniendo que evacuar decenas de miles de ciudadanos rusos de sus casas.

La operación en Kursk ha elevado la moral

Más importante que esto, la operación en Kursk eleva la moral ucraniana y fuerza al Estado Mayor ruso a liberar presión en la línea de frente para cubrir su retaguardia además de tener que desviar los itinerarios de varios de sus hubs de suministro.

Ucrania está decidida a desbloquear el conflicto y se ha revuelto con un éxito inesperado que podría cambiar por completo el guion prestablecido a corto plazo. Independientemente de cuántos días logren aguantar las tropas ucranianas en territorio ruso, el mensaje a sus aliados es que a Ucrania aún le quedan recursos e iniciativa.

Si desde Ucrania se cree que la guerra no está vista para sentencia y que aún es pronto para darles por perdedores, desde Occidente hemos podido comprobar que Putin se está quedando sin líneas rojas que marcar. El ataque relativamente profundo en su territorio no ha desatado represalias -ni siquiera amenazas- nucleares. Al contrario, el régimen se esfuerza por restar importancia a los acontecimientos tildándolos de “provocación”, omitiendo cualquier referencia a la defensa de la Rodina -la madre patria-, y ofreciendo 10.000 rublos a los desplazados. Se rompe así un tabú en la gestión de la escalada del conflicto por parte de los gobiernos occidentales que podría hacerles ser menos timoratos en su apoyo a Ucrania.

Si bien, el conflicto está destinado a concluir sentando en una mesa a Putin y Zelenski, Ucrania tiene hoy mayor poder de negociación que hace una semana.

Como ven, en los últimos 6 días, han acontecido hechos más relevantes que en los 600 anteriores.

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