Campaña para machacar a Ayuso y Feijóo
Gracias a que el director Benjamin López me sugirió dejar descansar a los lectores de ESdiario esta semana central de agosto, he podido disfrutar unos días de las sendas de la sierra de la Demanda y de la buena vida de la riojana Villa de Ezcaray (mundialmente conocida por su belleza, la amabilidad de su gente y el restaurante de Francis, Marisa y Chefe Paniego, “Echaurren”; además, de las mantas de la familia Valgañón, así como de las empresas que elaboran buena parte de las butacas para espectáculos que disfrutamos en cualquier lugar del mundo. Felicitaciones por su buena mano al alcalde Diego Bengoa, aunque no debería desoír a quienes le advierten de los riesgos de la masificación turística.
Con el asueto, también, les he liberado a ustedes, mis queridos lectores, de la tortura de estarles machacando día tras otro con el estrambote Carles Puigdemont. Lo diré de una vez: los Mossos gastaron una fortuna hace meses para comprar el dispositivo Falcó que, según los expertos, es capaz de detectar desde un helicóptero una mosca posada en la nariz de un conductor. Luego, si se escapó el 'expresident' es porque nadie tuvo intención de detenerlo. Blanco y en botella. Sorprende que no haya habido después una cascada de dimisiones. Vivimos una permanente chirigota política sin escandalizarnos.
Pues bien, toca regresar a la faena. Sin duda, este curso político va a ser apasionante. Un Gobierno que es el más débil de la democracia española, por mor de su presidente, Pedro Sánchez, quiere construir un nuevo Estado desde otro Estado. La España que conocemos, la nación única que establece la Constitución, “Frankenstein Plus” desea convertirla en un país plurinacional de, al menos, tres naciones con voz en Europa: España, Cataluña y País Vasco. Para ello cuenta con un bloque parlamentario 'progresista' que le aporta una ajustada mayoría absoluta, y con la toma de aquellas instituciones, como el Tribunal Constitucional de Conde Pumpido, que le darán el beneplácito a todo aquello que decida la soberanía parlamentaria, erigida en juez y parte. En frente, una oposición 'constitucionalista' que clama en el desierto a unos españoles que viven cada vez más alejados del ruido político.
Ahora el sanchismo desea embarrar al PP. Odia la oposición. Le estorba. Empiezan a verse señales de humo en la prensa amiga “socialdemócrata” que hablan de desuniones internas en los genoveses. Es el relato soñado por los que escriben los cuentos monclovitas. Amén, Alberto Núñez Feijóo junto a Isabel Díaz Ayuso protagonizan los capítulos de corrupción familiar como si fuesen mancha de mora que con otra verde se quita. Juegos de tres en raya para empatar. Embarrar para que la gente, harta, huya del barro satisfecha con vivir en un país de veintiún millones de trabajadores que, según las entusiásticas encuestas oficiales, va como un cohete económicamente. A.M.BEAUMONT