La fábula sanchista del país que ata los perros con longanizas

España, económicamente va como un cohete. Según la versión monclovita, la gente de izquierdas, la más pobre, la que necesita más ayuda, llena los hoteles, las playas, las terrazas, las bibliotecas y los museos gracias al Gobierno. El progresismo sanchista les garantiza la felicidad. Tampoco los de derecha, los ricos, pueden quejarse. Veranean en paraísos exclusivos en Santo Domingo y otros lugares similares mientras defraudan a Hacienda. Todos en este país tenemos las neveras llenas y llegamos a final de mes sin esfuerzo. Los sueldos que disfrutamos son de alemanes. Vamos como un cohete.

Tan bien estamos que, por ejemplo, del encargado económico del PP, Juan Bravo, al que fichó Alberto Núñez Feijóo por su exitoso trabajo económico en la Junta de Andalucía de Juanma Moreno, hace tiempo que no sabemos nada, si de lo que se trata es de la economía real. La falta de trabajo de oposición en este país idílico le permite un solaz descanso. Debe estar tan imbuido en la financiación autonómica que no repara que los españoles somos cada día más pobres. En Génova 13 tiene despacho, pero nadie le echa de menos si no va cada día. Aquellos economistas críticos con la situación, como Daniel Lacalle, pasaron a mejor vida por “profetas del Juicio Final”.

La peligrosa Torre de Marfil genovesa cada vez más se desliza hacia ser el Ministerio de la Oposición. Se queja, sí, es su obligación, para eso le votaron los españoles, aunque tampoco va mucho más allá. En fin, para qué arriesgar. No habiendo alternativa en el PSOE a Pedro Sánchez (y no la hay) La Moncloa será heredada por Feijóo cuando muera políticamente el presidente actual. Es cuestión de esperar y ver pasar el cadáver del enemigo por delante de la puerta.

A. M. BEAUMONT