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Manifestación feministaALBERTO RUIZ ACIMAS

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Acabo de escuchar unas declaraciones de la cantante Bebe afirmando que en esto del feminismo se nos está yendo la pinza, y tengo que decir que no puedo estar más de acuerdo con ella. 

Y es que, de un tiempo a esta parte, parece que para cierto sector la igualdad efectiva entre hombres y mujeres de derechos y deberes ha dejado de ser una meta y pretende transformar el feminismo en una especie de venganza en la que las mujeres lo que tenemos que hacer es darle la vuelta a la tortilla cayendo en los mismos errores de machismo más rancio. 

Siempre he sido contraria a ese oxímoron que son las discriminaciones positivas. La igualdad no se consigue con privilegios que nos convierten, automáticamente, en personas menos válidas, más débiles y necesitadas, por lo tanto, de que nos den ventaja para poder llegar. No quiero vivir con la duda de saber si lo mucho o poco que he conseguido a lo largo de los años ha sido por mi esfuerzo o porque alguien condescendiente me lo ha facilitado. Me revientan las generalidades: ni las mujeres, así, en paquete, somos mejores que los hombres, ni ellos están por encima porque, ante todo, hombre y mujeres somos personas; individuos autónomos con unas capacidades, una ética, un físico, una educación y un sexo diferentes.

Me niego a formar parte de un feminismo que reniega de lo femenino convirtiéndolo en un estigma que crucifica a las mujeres que deciden libremente hacer de su capa un sayo muy diferente al masculino, pero aplaude cuando un hombre decide, por ejemplo, dedicarse full time al cuidado de los hijos. Reniego, en definitiva, y como lo hago de autócratas disfrazados de demócratas, de un feminismo que no busca la igualdad sino la supremacía, que considera un objetivo el desdibujar las diferencias que nos complementan, y un triunfo desdoblar las palabras por géneros como si hablar de ellas, ellos y elles nos hubiese mejorado en algo la vida.