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EDITORIAL

Sánchez y sus líos: la esposa, el hermano, el amigo y la ‘sobrina’ Jésica

Tiene un amigo o más bien examigo, José Luis Ábalos, situado en el epicentro de un caso de corrupción política que afecta de lleno al Ministerio de Transportes y veremos hasta dónde se extiende

Sánchez y Ábalos

Sánchez y Ábalos

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El presidente del Gobierno no atraviesa un buen momento. Por mucho que sonría junto a su esposa en Andorra y se deje ver aparentemente relajado y de buen humor, lo cierto es que tiene muchos líos a la vista. Son problemas derivados de las actividades dudosas precisamente de su mujer, que están siendo objeto de una investigación judicial, y problemas por el modo de actuar de su hermano, el músico David Azagra, ante Hacienda y ante el resto de los españoles, con un empleo presuntamente por enchufe y simulado en la Diputación de Badajoz y una residencia fiscal presuntamente falsa en Portugal, para pagar menos impuestos.

Además, tiene un amigo o más bien examigo, José Luis Ábalos, situado en el epicentro de un caso de corrupción política que afecta de lleno al Ministerio de Transportes y veremos hasta dónde se extiende. El caso es que en medio de esta tormenta perfecta en la que caben esposas, hermanos y amigos, nos hemos enterado gracias a The Objective de que también hay una ‘sobrina’ de nombre Jésica, que tiene de sobrina lo mismo que Sánchez de sincero y que huele a culebrón venezolano.

La chica en cuestión es una amiga entrañable del propio José Luis Ábalos a la que se le conocía irónicamente como “la sobrina”, debido a la notable diferencia de edad entre ambos. Ahora se acaba de desvelar que Jésica cobró un sueldo público durante un año y medio, de septiembre de 2019 a febrero de 2020, tras entrar a trabajar en la empresa pública Ineco, que dependía del propio ministro de Transportes.

En otras palabras, todo apunta que presuntamente Ábalos colocó a dedo en una empresa pública a su amiga entrañable Jésica, compañera infatigable en una decena de viajes del ministro, para que los españoles le pagáramos un sueldo público. Así, con total sensación de impunidad se comportaba presuntamente el exministro de Transportes. Es muy probable que se trate de la misma sensación que tenía Pedro Sánchez al admitir los comportamientos de su esposa y su hermano que ahora están bajo la lupa del juez.

El escándalo es mayúsculo a pesar de haber pasado un tanto de puntillas entre muchos medios de comunicación, especialmente los más afines, pero no solo. Hagamos el ejercicio de imaginar que todo esto se hubiera producido en los tiempos de Rajoy con una supuesta sobrina de un amigo metido a política. No habría minutos suficientes en el Telediario para dar la noticia y recrearse en ella. La eterna vara de medir.

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