Hasta las clavículas de Daniel Sancho
Una empieza a estar bastante harta de ver a todas horas al descuartizador de Edwin Arrieta y de leer y escuchar las “condiciones tremendas” en las que se va a pasar no sé si el resto de su vida, pero sí una buena parte de ella. Ahora resulta que el “niño” está desesperado. ¿Pero qué se creía?¿Que uno puede ir por ahí cortando en pedacitos a una persona como si fuera un steak tartar y salir de rositas? Se entiende que los padres hagan todo lo posible por sacarlo de donde él solito se ha metido. Es lo que tiene la paternidad, pero ¿a qué viene ese empeño de algunos medios de comunicación por intentar que los demás nos compadezcamos de semejante individuo?
Hay asesinatos que pueden llegar a tener una cierta explicación: los que se cometen en defensa de tu familia, ante un peligro extremo, o como el que llevó a cabo la alemana Marianne Bachmeier en 1981 cuando atravesó los controles de seguridad del tribunal en el que se juzgaba al asesino, secuestrador y violador confeso de su hija de 7 años y le disparó a bocajarro otros tantos tiros que acabaron con su vida.
No es el caso. Si alguien mata en una situación límite, o bien llama inmediatamente a la policía o bien sale pitando. Sancho tuvo la frialdad de planear con anterioridad lo que iba a hacer, coger un cuchillo, despiezar el cadáver durante tres horas, meter los trozos en bolsas de plástico, llevárselos de paseo para irlos repartiendo por diferentes vertederos e irse después de fiesta. Y ahora hay quien se pone lacrimógeno y alerta sobre los peligros a los que se va a enfrentar el “pobre” por tener que compartir cárcel con asesinos de la peor calaña. O sea, como él.
Aquí Daniel Sancho sigue siendo noticia porque es nieto e hijo de actores, que, como currículum, tampoco dice gran cosa. En Tailandia no es nada más que un condenado a cadena perpetua por un crimen horroroso, y digo yo que sus compañeros de celda tampoco estarán muy felices de compartir espacio con alguien que maneja los cuchillos con esa alegría. ¿Compasión para sus padres? Sí. Todos los que tenemos hijos podemos ponernos en su piel e imaginar por lo que están pasado. ¿Compasión para él? La que han tenido los tribunales. Ni más ni menos. Y a otra cosa, mariposa, que hay asuntos más importantes por los que preocuparnos.