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Sánchez se atornilla en su búnker de la Moncloa

Pedro Sanchez, presidente del Gobierno

Pedro Sanchez, presidente del GobiernoDPA vía Europa Press

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Le da igual si tiene o no Presupuestos. Si cuenta o no con el apoyo del Parlamento. Lo importante para Pedro Sánchez ya, bunkerizado en La Moncloa, es mandar. Seguir en el machito. ¿Gobernar? Eso es algo secundario para un presidente que ha mostrado sus ansias de seguir adelante hasta el punto de llevar a España a una involución democrática muy preocupante. Estamos ante un convencido autócrata que da pasos cada día para deslizarse por la agenda bolivariana de control del poder. Además, la demagogia es su discurso habitual, y le funciona. Más todavía, como este sábado ha podido comprobarse en el Comité Federal de su partido, no tiene tampoco control por parte de sus siglas políticas; el PSOE se ha convertido en una alfombra sanchista para mayor gloria del líder.

El "puto amo" socialista vive hoy inmerso, porque es lo que toca, en la financiación singular de Cataluña. Sus estrategas han ideado disfrazar, lo que es un cupo que se regala a Cataluña, como una lucha entre los barones del PP. En realidad, los presidentes autonómicos populares y Alberto Núñez Feijóo, para nada están divididos por la financiación autonómica sino por las ganas que le tienen al presidente del Gobierno: unos piden no darle ni agua y, otros, más bondadosos, quieren dársela, pero con sal y vinagre. Y en eso andan, en ponerse de acuerdo en la forma de retorcerle mejor el brazo.

La propaganda es el mejor aliado de Sánchez ahora mismo. Bien lo sabe. A eso lo fija todo. De ahí que su gente monclovita viva inmersa en crearle un relato emocionante que marque el día a día. Una vez los Lamborghini, otra la bondad del cambio en la nueva España autonómica. Da igual el qué. Lo imprescindible es marcar la agenda y el debate diario. En la democracia de audiencia quién es capaz de estar delante del foco permanentemente es el que obtiene los mayores réditos. Ahora mismo Sánchez lleva a rebufo a todo el pelotón político discutiéndole sus planes, pero, al final, buenos o malos esos planes, lo que da la sensación es que es el único que tiene algo entre manos. Y, además, una vez impuesta en la opinión que nuestra economía "va como un cohete", hacer que la gente se anime a cambiar es harto complicado. A.M.BEAUMONT

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