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Acabo de adoptar otro gato – el segundo– y sólo tengo un hijo, así que estoy muy preocupada porque por lo visto me he puesto en contra a tres patas de un trípode con mucho predicamento: Elon Musk, J.D. Vance (candidato a la vicepresidencia de Donald Trump) y el mismísimo Papa que, a pesar de haber elegido para su pontificado el nombre de Francisco en honor, como el mismo dijo, al santo de Asís que llamaba hermanos a los animales, no parece tenerle mucho cariño a las mascotas.

Ya es bastante cutre que Musk (padre de once hijos porque él sí puede) y Vance (progenitor de tres, que tampoco es para volverse loco cuando en diez años de matrimonio podría haber procreado un pelín más) critiquen a quienes deciden libremente no tener descendencia, pero que lo haga un señor que ha elegido, también con total libertad, consagrarse al celibato y que encima ponga de vuelta y media a las familias que prefieren cuidar de gatos o perros en casa en lugar de tener niños que colocar en la mayor parte de los casos a los abuelos... es de una incongruencia supina.

Después de once años siendo Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano y Jefe de la Iglesia Católica, a nadie se le oculta que a Francisco le gusta la polémica y el protagonismo aun arriesgándose a caer en el pecado de soberbia. Sin embargo inmiscuirse de esta manera en algo que desconoce y a lo que él mismo ha renunciado es cruzar una línea roja que no le favorece en absoluto.

Malo es que la Iglesia siga predicando cosas tan anacrónicas como que la pobreza te asegura un lugar en el Reino de los cielos -como si no hubiera pobres pederastas, asesinos, delincuentes y violadores- o que continúe relegando a las mujeres al papel de actrices secundarias, pero criticar a quienes optan por un modelo de vida en el que los niños no tienen cabida y hacerlo además en un país cuyos índices de natalidad son altos (muchas veces porque no hay recursos para frenarlos) es demagogo y muy poco oportuno. Sería mucho más de agradecer que el Sumo Pontífice se dedicara a contribuir a que este mundo, que a veces asusta, fuera un lugar un poquito mejor. Quizá así, los que no quieren tener hijos, o los que solo tenemos uno y dos gatos, cambiaríamos de opinión.